El consejo de gobierno del Banco Central Europeo (BCE) «discutirá en otoño» si cambia o mantiene su actual estrategia de política monetaria extraordinaria. Así lo anunció ayer su presidente, Mario Draghi, que de esta manera ha dejado la puerta abierta a un próximo inicio de la retirada del programa de compra de deuda pública y privada.

El italiano, eso sí, fue con pies de plomo. Los gobernadores, explicó, han decidido no especificar en qué mes tendrá lugar esa discusión porque no quieren comprometerse hasta recopilar «toda la información necesaria» para tomar una decisión. «Tenemos que ser persistentes, pacientes y prudentes», defendió.

El BCE está «confiando» en que la inflación de la eurozona se irá elevando «gradualmente» hacia su objetivo (por debajo pero cerca del 2%) gracias a la recuperación económica, si bien esta «todavía debe trasladarse» a los precios y los salarios. El IPC es todavía bajo: 1,3% en junio, el menor desde diciembre por la energía, mientras que el subyacente (menos volátil al no incluir la energía) quedó en el 1,2%.

MEDIDAS INTACTAS / Ese es el análisis que le ha llevado a concluir que los estímulos económicos «son todavía necesarios». El BCE, así, dejó los tipos de interés en el 0%, insistió en que así permancerán «durante un periodo largo de tiempo», y seguirá cobrando a los bancos un 0,4% por tomar sus depósitos. También el programa de compra de deuda se mantuvo sin cambios (60.000 millones de euros en adquisiciones al mes hasta diciembre), con la posibilidad abierta de ampliarlo en volumen o duración.

Los inversores daban por descontadas estas decisiones. De lo que realmente estaban pendientes era de los mensajes que pudiera lanzar Draghi, que en junio dio la impresión de que podría acercarse un cambio de la política monetaria, provocando una fuerte subida del euro. El banquero central se esforzó en enfriar los ánimos: «no hay grandes diferencias» entre sus mensajes de ahora y entonces.

La mayoría de los expertos preven que el BCE anuncie en otoño que la compra de activos se prorrogará al primer semestre del 2018, pero en un volumen menor (unos 40.000 millones al mes). A su juicio, a mediados del año que viene podría suavizar la facilidad de depósito (el tipo que cobra a los bancos por tomar su dinero) y a finales del ejercicio podría anunciar la primera subida de los tipos de referencia. En una reunión anual de banqueros centrales en Portugal, Draghi aseguró en junio que «a medida que la economía se recupera, el banco central puede acompañar la recuperación ajustando los parámetros de sus instrumentos».