Es bien sabido que cuando miramos una estrella no vemos la luz que emite en ese momento sino la de hace millones de años, tiempo que ha tardado en llegar a nuestro planeta. El universo tiene unos 13.800 millones de años de edad, según algunas estimaciones, con lo que sólo vemos estrellas situadas a menos de 13.800 millones de años luz. Las que quedan más allá nos están veladas.

Con los datos macroeconómicos pasa algo parecido. Los definitivos reflejan la situación de hace un tiempo, mientras que los adelantados dan pistas sobre la evolución más reciente y las previsiones son augurios. Un ejemplo de los dos primeros tipos: Japón estimó a mediados de noviembre que su PIB cayó el 1,6% en el tercer trimestre, pero ayer corrigió el dato y apuntó que la caída fue del 1,9%. Cuando llegó la luz, fue peor de lo que pintaba.

Un ejemplo del tercer tipo: Moody's auguró ayer que China crecerá el 7,3% este año, por debajo del objetivo del 7,5% fijado por su Gobierno, y se desacelerará hasta bajar del 7% en el 2015. La OCDE, por su parte, apuntó que percibe una pérdida de impulso económico en Europa. Esa luz está por llegar, pero los inversores, como es habitual, acogieron con ánimo vendedor los pronósticos.

El Ibex 35, así, cayó el 0,88%, hasta los 10.805 puntos. La prima de riesgo, sin embargo, bajó a los 107 puntos básicos, con el interés del bono en mínimos históricos en torno al 1,8%.