Tremendo varapalo para los derechos laborales en Estados Unidos. Los trabajadores de la planta de Amazon en Bessemer (Alabama) han rechazado mayoritariamente la propuesta para afiliarse a un sindicato, una decisión que, de haber progresado, habría convertido a sus cerca de 5.800 empleados en los primeros y únicos en tener representación sindical dentro del gigante del comercio electrónico. La votación se saldó con 1.798 votos en contra frente a 738 a favor entre los más de 3.000 votos emitidos, un porcentaje lo suficientemente amplio para que las cerca de 500 papeletas impugnadas no alteren el desenlace. El resultado ya ha sido recurrido por el sindicato que aspiraba a representar a los trabajadores, que acusa Amazon de haber empleado métodos ilegales para bloquear la iniciativa.

Si bien muchos de los empleados de Amazon en Europa tienen representación sindical, en EE UU, la compañía de Jeff Bezos se ha resistido agresivamente a que su fuerza laboral pueda organizarse. Tan complicado es vadear sus presiones que esta era solo la segunda votación celebrada en sus 26 años de historia. Y aunque en el almacén de Bessemer trabaja menos del 1% de sus 950.000 empleados, que convierten a Amazon en el segundo empleador del país por detrás de Walmart, los defensores de los derechos laborales esperaban que sirviera para abrir las compuertas de un mastodonte que ha sido acusado de imponer condiciones estajanovistas a sus trabajadores. Un trabajador de la planta de Bessemer dijo, por ejemplo, que tiene que recoger de las alacenas hasta 300 productos a la hora y, a menudo, no tiene siquiera tiempo para ir al baño sin meterse en problemas.

El momento era particularmente propicio porque EE UU tiene ahora al presidente más afín a los sindicatos en casi un siglo, un Joe Biden que apoyó la iniciativa de los trabajadores, así como otras figuras con notable peso político, como el demócrata Bernie Sanders o el republicano Marco Rubio. Los primeros están tratando de revertir la hostilidad hacia los sindicatos de las últimas cuatro décadas, en las que se han desplomado las afiliaciones. Solo el 10% de los trabajadores estadounidenses pertenece a un sindicato, una cifra bastante más alta entre los funcionarios públicos que en el sector privado. En las encuestas de Gallup, cerca 65% de los estadounidenses respalda los sindicatos, una de las cifras más altas de los últimos tiempos.

Los argumentos de Amazon

En la larga campaña de votación en Alabama, Amazon argumentó que la afiliación al sindicato es innecesaria porque sus trabajadores temporales cobran 15 dólares la hora, el doble del salario mínimo, y reciben además seguro médico y otros generosos beneficios. Pero la compañía no dudó en recurrir a toda clase de argucias y tácticas intimidatorias para defender su posición, según ha denunciado el Sindicato de Trabajadores Minoristas, Mayoristas y Centros Comerciales que aspiraba a representar a la plantilla del almacén de Bessemer.

“Amazon no ha dejado una piedra intacta en sus esfuerzos para cegar a sus propios empleados. No vamos a permitir que las mentiras, los engaños y las actividades ilegales de Amazon queden sin respuesta”, afirmó el presidente del sindicato, Stuart Applebaum, para justificar su decisión de recurrir el resultado ante la Junta Nacional de Relaciones Laborales (NLRB). Muchas de esas tácticas han sido minuciosamente documentadas por la prensa. Inicialmente la compañía del hombre más rico del mundo, la que más ha ampliado su plantilla durante la pandemia, trató de impedir que sus trabajadores pudieran votar por correo y presionó al Servicio Postal para que acabara instalando una urna fuera de la planta, una medida rechazada por la NLRB al concluir que podía considerarse un método para vigilar a los trabajadores y tomar potencialmente represalias.

Presión a los trabajadores

También vendió la idea de que la aprobación del sindicato hubiera obligado a todos sus trabajadores a pagar una cuota, cuando Alabama forma parte de los estados ‘Right to Work’, donde las cuotas son solo voluntarias. Paralelamente, presionó directamente a los trabajadores. Empapeló los baños con carteles antisindicales y bombardeó a los trabajadores con varios mensajes de texto y correo electrónico al día instándoles a votar en contra de la iniciativa. También envío managers desde otras plantas para explicarles personalmente porqué debían votar en contra y contrató a policías locales para que vigilaran fuera del almacén en sus horas fuera de servicio.

Amazon es una de las compañías que más dinero ha ganado durante la pandemia, a medida que los confinamientos disparaban el comercio electrónico. El año pasado facturó 386.000 millones de dólares en ventas y el precio de sus acciones aumentó un 76%, según el Wall Street Journal. Desde entonces ha contratado a más de 500.000 trabajadores globalmente para hacer frente al auge explosivo de la demanda.