--¿Disponen las comunidades de medios para incidir en las decisiones de las multinacionales?

--Sí. Desde regulaciones urbanísticas y medioambientales, al clima de interlocución con las empresas, pasando por su actitud en los conflictos. Además, tienen competencias en temas de formación, deciden en los fondos, como los de ayudas regionales y empresariales. Claro que tienen capacidad, que puede ser prioritaria para ellas o no.

--¿Cabe la posibilidad de vincular las ayudas a las empresas con su permanencia en el país, o con la dimensión de sus plantillas?

--Sí, pero eso supone encarecerlas. Si fuese la panacea universal, ya se le habría ocurrido a otro. Si un país ofrece ayudas de 10 a una empresa para que permanezca 20 años y otro ofrece ayudas de ocho, pero con libertad de decisiones, está claro lo que hará la empresa.

--Esos condicionantes a las ayudas podrían establecerse de acuerdo con el resto de la UE.

--Pero es encarecer una localización en un mundo globalizado. Cuando una empresa decide si abre una fábrica en Zaragoza, Montpellier, Argel o El Cairo estudia todas las posibilidades. Si les obligamos a que estén aquí 25 años, pedirán garantías del precio de la energía, del agua, del mantenimiento del consumo interno.

--Va a ser muy difícil que nuestra economía pueda competir con la de países capaces de producir lectores de DVD a 49 euros.

--Hay que hacer cosas nuevas, pero no poner puertas al campo. España puede competir internacionalmente, pero hacen falta agendas centradas en la realidad. Por ejemplo, cuando se produce un apagón en el Pirineo, la reacción puede ser: aquí falta alternativa de generación o crear una empresa municipal o estatal eléctrica. Está claro que una decisión es acertada, y la otra no.

--Usted dice que para ser competitivos hay que reducir costes, pero a veces parece que los únicos que cuentan son los laborales.

--Los costes de una sociedad son muy amplios. Qué duda cabe de que tener buenas infraestructuras es una forma de reducir costes. Pero también consiste en tener una política de fijación de costes que no esté ligada a la inflación. Es bueno que aumenten los salarios, pero hemos de decidir las reglas para hacerlo. Comprendo que a los negociadores les cree un problema porque tienen que cambiar sus esquemas.

--Muchas empresas impulsan la doble escala salarial, una forma de olvidarse del convenio colectivo.

--Hay que buscar fórmulas. No sé cuál es la ideal. Lo que sí creo es que hay que dar a la negociación colectiva la capacidad de que las empresas se adapten a sus circunstancias. Eso está relacionado con que los salarios se liguen a la productividad.

--Los salarios y el tipo de contratación tienen mucho que ver con la impresión generalizada entre las capas trabajadoras de que sus hijos tendrán peor calidad de vida.

--Todos los padres decimos eso, y después no es tan verdad. El futuro les

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