Los promotores de la iniciativa esperan que el 80% de las sustituciones de calderas sean de gas y el 20% de gasóleo, lo que supone una reducción media de emisiones de 0,36 toneladas de CO2 por año. La nueva caldera que se instale ha de ser de condensación y alto rendimiento, lo que permite un ahorro energético de al menos el 20% en relación a los viejos aparatos.