Es ya casi una frase hecha hablar del "invierno de nuestro descontento", cita que procede del arranque del Ricardo III de William Shakespeare. Curiosamente, el pasaje de la obra es optimista pese a la connotación que ha quedado del mismo: "Ahora el invierno de nuestro descontento se vuelve verano con este sol de York; y todas las nubes que se encapotaban sobre nuestra casa están sepultadas en el hondo seno del océano". Así debería ser siempre el verano, pero en los mercados ha ocurrido lo contrario durante estos años de la crisis. La mayoría de los inversores se retiran y los que quedan logran empujar a las bolsas a grandes vaivenes con un volumen de negociación menor al del resto del año.

Es la sombra del verano de nuestro descontento. Ayer, la caída de Italia en la recesión y unos datos macroeconómicos en Alemania peores de lo esperado azuzaron las dudas respecto a la recuperación económica europea. Los temores por la situación de Ucrania también se incrementaron, después de que Rusia aumentase la presencia de tropas en la frontera y anunciase represalias por las sanciones impuestas por occidente. El rescate del Banco Espírito Santo, además, hace temer más sorpresas negativas en la banca comunitaria. Así, el Ibex 35 cayó el 1,04%, a los 10.246,2 puntos (su nivel más bajo desde abril), después de encadenar cinco jornadas a la baja (la peor racha desde enero). La prima de riesgo subió hasta los 148 puntos básicos.