Unos 400 millones de ciudadanos europeos serán llamados a la urnas entre el 20 y el 25 de mayo para elegir a un nuevo Parlamento y, por primera vez en la historia, influir de forma directa en la elección del presidente de la Comisión Europea. La UE será un poco más democrática, pero cada vez más personas apuestan por influir en las decisiones, ya no solo de sus respectivos países, sino de toda Europa. Es el caso del profesor de la Universidad de Zaragoza, Pedro Arrojo, embajador de la primera y más numerosa Iniciativa Ciudadana Europea (ICE) que se ha llevado a cabo.

Fue la denominada Right2Water y reunió 1,88 millones de firmas de más de 13 países europeos que piden a la Comisión que vele por el derecho humano al agua y proteja los recursos hídricos de la privatización. Eso pese a las dificultades de coordinar una campaña de recogida de firmas a escala europea, algo que no es tarea fácil. Arrojo llevó a Bruselas la iniciativa, donde lamentó que "nadie diera la palabra a los ciudadanos a la hora de liberalizar el agua". El balance es positivo, a su juicio, aunque queda mucho por hacer para favorecer la participación de los europeos en las decisiones de la unión.

Porque el mecanismo de llevar la voz de estos casi dos millones de europeos al propio corazón de la unión es complejo. Las normas de la ICE prohíben que las acciones sean impulsadas por organizaciones; debe ser una iniciativa eminentemente ciudadana gestionada por el denominado comité ciudadano, que debe estar formado por al menos siete personas de siete países de la UE. Además, relata Arrojo, es preciso realizar un depósito de 80.000 euros, una cifra que no está al alcance de todos. En el caso de Right2Water, la Confederación de Sindicatos Europeos pudo financiar esta cantidad. "Sin el apoyo de una o varias organizaciones es imposible conseguir un millón de firmas de como mínimo siete países en un año", avisa Pablo Sánchez, portavoz de la Federación Sindical Europea de Servicios Públicos (EPSU).

Pese a las dificultades, unos cinco millones de personas han firmado ya la veintena de ICE que han llegado a la fase de recogida de firmas. Actualmente hay una decena de ellas sobre temas tan dispares como la legalización del cannabis o la aprobación de un programa de inversión extraordinaria en desarrollo sostenible y empleo juvenil.

Sin embargo, el gran inconveniente de la ICE es que no es vinculante. ¿Y si la comparamos con otros mecanismos de democracia directa? "Frente a los sistemas refrendarios de Suiza, la ICE sale perdiendo, pero hay que tener en cuenta a la escala que se hace: es el primer instrumento de democracia directa transnacional", afirma Sánchez. Y Arrojo compara el mecanismo con el existente en Italia, donde recoger el número de firmas requerido obliga al Estado a organizar un referendum. Si vota más de la mitad del censo, el resultado es vinculante y la ley en cuestión debe cambiarse. Como ya sucedió, recuerda, con la privatización del agua.

En cambio, comparada con la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) española, Europa sale ganando. Una ILP necesita 500.000 firmas de ciudadanos españoles, frente al millón de ciudadanos europeos de la ICE. Desde 1977, solo 12 ILP han logrado reunir estas firmas en España y solo dos han sido aprobadas, una en 1998 y la del 2013 que blindaba la tauromaquia como patrimonio cultural. "Con Right2Water hemos conseguido una respuesta tibia, pero interesante. Lo mejor es que el Parlamento europeo lo ha incluido en su agenda y debatirá sobre el derecho humano al agua y la privatización", relata Arrojo.