Desde que internet irrumpiera en nuestras vidas en la década de los 70, esta tecnología no ha parado de evolucionar al igual que los dispositivos con los que hoy en día nos conectamos a internet, como ordenadores, teléfonos inteligentes, tabletas, etc.

A medida que el uso de internet se ha ido extendiendo en la sociedad, también se ha hecho evidente la separación que existe entre personas, comunidades o países que utilizan las tecnologías de la información como una parte rutinaria de su vida diaria y aquellas que no tienen acceso a las mismas o que aunque lo tienen no saben cómo utilizarlas.

Este fenómeno se conoce como brecha digital, que básicamente hace referencia a la desigualdad entre las personas que pueden tener acceso o conocimiento en relación a las nuevas tecnologías y las que no.

Al principio se creía que existía un cierto retraso en algunos sectores sociales, colectivos o países, y que este se superaría con el tiempo gracias a la mayor disponibilidad de ordenadores y de conexiones a internet. Pero ha pasado el tiempo y estas desigualdades se mantienen e incluso se hacen más grandes.

Por ejemplo, para un nativo digital chatear por el teléfono móvil y usar el ordenador para estudiar, mandar correos o escuchar música es algo de lo más natural. Sin embargo, para sus padres o abuelos puede resultar mucho más complicado. Esto sería una brecha digital entre generaciones.

Por otra parte, hay muchos países del mundo donde conectarse a internet de forma rápida y cómoda continúa siendo impensable. La tecnología hoy en día se puede considerar como una herramienta fundamental para el desarrollo y avance de todas las sociedades, además influye en nuestras vidas en innumerables áreas como la medicina, la educación, el ocio o el hogar.