Un día más o un día menos, no sabría decir ni lo que fue en aquel día, un mal sueño o una pesadilla, independientemente de lo que fuese, desperté y me quedé mirando el techo de mi habitación sin ganas de levantarme, teniendo la obligación de ir a ese horrible lugar en el cual me iban menospreciar. Para que me recordasen lo inútil y patético que era prefería quedarme en casa y lo hacía yo solito, era de lo poco que creía que se me da bien y soy consciente de lo triste que es, de lo lamentable que fui.

Con las luces apagadas cogí la ropa que dejé preparada la noche anterior en la mesita de al lado de la cama, me voy al baño para asearme y vestirme, abro el grifo, me miro a la cara en el espejo siento lástima por esos ojos sin vida, desvío la mirada y me lavo el rostro. Desayuno, cojo los auriculares, la mochila y me voy.

Tuve que aguantar esas horribles clases en las que el profesor no sabe poner orden y esos imbéciles aprovechan para acercarse a mí, solo para burlarse y hacerme sentir como un estúpido, de lo peor de aquel día fue que faltaron dos profesores y los que vinieron a sustituir no fueron un impedimento para mis compañeros. Lo más triste del día fue cuando por primera vez me armé de valor para levantarme y decirle al profesor que se metían conmigo y al decírselo me contestó: “Anda, tira a tu asiento, yo me ocupo”. Me senté, les dijo que parasen, lo hicieron, me sentí aliviado... Pero solo durante 5 minutos, luego el profesor se metió en el ordenador y desconectó. Mis compañeros volvieron a molestar con sus empujones, burlas e insultos, molestos por haber llamado al profesor.

Al fin, sonó el timbre y ya me pude ir a casa, estaba muy tocado por lo de aquel día y estuve pensando sobre lo sucedido durante el camino a casa, imaginando supuestos escenarios en los que les plantaba cara, pero ahí se quedaban, simples pensamientos fantásticos que nunca pasarían a la realidad.

Cuando llegué a casa subí a mi habitación, tiré la mochila al suelo y me tumbé en la cama, y empecé a pensar alguna forma de sacar lo que llevaba dentro, pero sin que nadie se enterase, nunca me gustó que la gente supiese de mí, se me ocurrió hacer un diario. Lo hice durante unas semanas, pero no me sentía del todo cómodo, hacía parrafadas contando con detalle todo lo que sentía y nunca decía. Normalmente escuchaba rap, únicamente por su ritmo y estilo, hasta que un día en cierto modo cambié y encontré el auténtico sentido de esas canciones. Cuando las comprendí también las sentí, notaba como el autor expresaba todo lo que llevaba dentro, e incluso más de una vez alguno de esos temas me hizo liberar la timidez de mis lágrimas, en aquel entonces fue cuando noté que abrí los ojos y que aquellas parrafadas que ocupaban hojas las podía rehacer de una manera más bonita y expresiva, resumiendo párrafos en versos. Me convertí en un «adicto» por así decirlo a la escritura o poesía, la verdad es que no sé cómo llamarlo, solamente sé que saco todo lo de mi interior y nadie lo sabe.

Con el tiempo, veo que el hecho de escribir no me termina de llenar, sí es cierto que me satisface y me desahoga, pero no sirve de nada si solo me lo cuento a mí, no soluciono nada y es entonces cuando por primera vez decido abrirme a una persona, decidí contarle mi situación y pasarle alguno de mis escritos a ella (aunque seguiré callando).

La verdad es que no me arrepiento, hice bien en confiar en esa persona, la cual desde el día que se lo conté me ha estado ayudando siempre, tuve muchísima suerte de cruzarme con ella y esto lo digo porque también conté mis preocupaciones a otras personas que dijeron mucho y no cumplieron su palabra, me hicieron sentir estúpido por confiar en ellos, yo dándoles un pedazo de mí, ellos pisoteando esa parte tan delicada.

Hay que decir que solamente era un simple adolescente, que estaba en fase de desarrollo como persona, que intentaba mejorar conforme pasaban los días y es inevitable no hacer daño a nadie, en mi caso nunca quise hacer sentir mal y tal vez por ello siempre me pisotearon, es por ello que tenía que mejorar como persona, aparte de que me di cuenta de que la persona más tóxica para mí fui yo, y gracias a las personas que estuvieron siempre a mi lado pude sentir esperanza de dejar atrás esa parte de mí que me dañaba.

Es curioso como algo tan simple como estar en contacto con los demás y que te hagan sufrir también ayude en tu formación como ser como las personas que te hicieron bien, aunque al final sin darte cuenta el que te cambia eres tú, no los demás, aunque sí es cierto que ellos son los que te muestran los caminos que ellos mismos te crean y tú eres el que decidirá seguirlos, porque piénsalo, empecé hablando sobre que me tocaban las narices mis compañeros y terminé contando cómo sentí de un día para otro que ya no era el mismo, que no veía las cosas igual, que mi camino habría sido un tanto distinto si nunca se hubiesen metido conmigo o si hubiese escuchado reggaeton en lugar de rap o tal vez si hubiese sido más valiente,