Cuando Alain Resnais presentó en el Festival de Cannes del 2012 You ain't seen nothin' yet, película aparentemente concebida a modo de testamento artístico, muchos dieron por hecho que con ella el maestro francés nacido en 1922 iba a retirarse. Presentada ayer en el concurso de la Berlinale, Aimer, boire et chanter demostró que no es así, pero por otro lado quedó claro, tanto por la ausencia del cineasta ayer durante la presentación del filme como por la película misma, que el hombre no está en su mejor estado de forma.

Mientras se sirve del retrato de un grupo de amigos que afrontan la inminente muerte de uno de ellos para meditar sobre la posibilidad del amor en la edad madura, Aimer, boire et chanter profundiza en la apuesta por el artificio que Resnais ha explorado en su última etapa: las interpretaciones tienden al exceso, la puesta en escena es abiertamente teatral, los decorados son de cartón piedra o incluso meros dibujos. El resultado sigue dotado del intransferible encanto de Resnais, pero la exagerada rigidez lo aleja de la maestría de Asuntos privados en lugares públicos (2006) o Las malas hierbas (2009).

Por otro lado, la ópera culinaria El Somni, de Franc Aleu, que narra la cena experimental y multisensorial creada por los hermanos Roca para doce comensales ilustres se estrenó ayer. Doce platos, doce comensales, doce actos y una experiencia pionera con la firma de los cocineros de El Celler de Can Roca.