"Da gusto verles aquí. Ya hacía tiempo. Bueno, un ratillo...". Con estas palabras regresó Alejandro Sanz a los escenarios españoles después de tres años de ausencia. El cantante madrileño inauguró el viernes por la noche en el Coliseum de La Coruña su nueva gira, No es lo mismo , que, tras haber pasado por Hispanoamérica y Estados Unidos, visitará este verano 23 ciudades españolas, entre las que no se encuentra Zaragoza.

No es lo mismo . El título de los conciertos es afortunado, porque, aunque el líder de los superventas españoles no ha perdido ni un ápice de su carisma, ofrece este año un espectáculo que no se parece a sus anteriores actuaciones. Sanz incorpora ritmos nuevos, le da un aire revitalizado a sus piezas clásicas y presenta un montaje sobrio y elegante, humilde y lleno de emoción, con una escenografía sencilla pero muy cuidada y con unos músicos excepcionales, catalanes, cubanos y norteamericanos, a los que cede un gran protagonismo.

Con esta receta, no es de extrañar que el músico madrileño sea capaz de sorprender a sus seguidores y, al mismo tiempo, colmar con creces sus expectativas en su esperado regreso. Por eso no sorprende saber que despierta pasiones como la de Javi, el presidente de su club de fans, que durmió tres noches a la intemperie para coger sitio en primera fila, y las de Alicia y Diana, que trabajan el resto del año para poder pagarse la entrada de todos los conciertos de la gira. Y son 25.

Sanz rompió el hielo con los versos de 12x8 , a la que siguió Eso , de su último trabajo, un disco del que se han vendido ya dos millones de ejemplares y que ha cosechado cuatro candidaturas a los Grammy Latinos. El músico utiliza las canciones de No es lo mismo como base del espectáculo --interpretó 9 de sus 12 piezas--, aunque en La Coruña visitó con generosidad sus dos discos anteriores e incluso rescató canciones antiguas que desataron la emoción de los 11.000 asistentes.

GUIÑOS PARA TODOS

Un escenario en forma de cruz, con una pasarela por la que Alejandro Sanz se acercaba al público, y una cuidada iluminación, con proyecciones que la estrella utilizó para crear los ambientes adecuados a cada canción, pusieron la nota de elegancia. En el apartado musical, hubo guiños para todos. Desde los sorprendentes ritmos de Labana y el rap que se marcó uno de sus colaboradores en Try to save your song, hasta un recuerdo a los afectados por el vertido del Prestige con la canción Sandy na orilla do mundo , pasando por el intimismo de Sólo se me ocurre amarte , canción escrita para su hija , y la incontenible emoción del clásico Corazón partío , que puso en pie al Coliseum coruñés y que sirvió para cerrar la primera parte del concierto.

En los bises de rigor, Sanz encadenó canciones imprescindibles como Y si fuera ella , Amiga mía y Mi soledad y yo , y presentó cálidamente a los miembros de su banda antes de prender la traca final: No es lo mismo . Con las consecuencias previsibles: una larga ovación y una epidemia de afonía en la ciudad gallega.