Analfabeto futbolístico confeso, el director bilbaíno clausuró ayer la sección Giornate degli autori de la Mostra con su nuevo documental, Messi.

--¿Por qué el propio Messi no participó en la película?

--Porque no quería el típico documental oficial. He preferido construir el personaje a partir de la opinión que los demás, que sean ellos los que expliquen cómo consigue tener la pelota siempre pegada a los pies y cómo eso le permite tomar decisiones de juego inmediatas. Cuando Leo vio el material, hubo la oportunidad de entrevistarle, pero no quise porque de hacerlo habría traicionado la esencia del filme.

--Hábleme de esa cena que funciona como esqueleto de la película.

--Como en Broadway Danny Rose, de Woody Allen, es una cena en la que todos los comensales hablan del protagonista. Técnicamente fue un desafío. Porque era imposible reunir a todos los amigos de Messi, a expertos en fútbol y a estrellas como Valdano y Cruyff en un mismo día y un mismo espacio. Imposible. De modo que decidí construir dos decorados exactamente iguales, uno en Barcelona y otro en Buenos Aires, y crear la ilusión de que son el mismo.

--En la cena falta gente. ¿Por qué no están Guardiola y Maradona?

--Con Guardiola lo intenté por todos los medios pero no concede entrevistas ni en Alemania. Mi idea era montar una mesa con los mejores jugadores, también con Pelé. Pero no pudo ser. A Maradona lo visité en Qatar y me pidió un millón de dólares por participar en la película. ¡En ese momento me pilló sin cambio!

--El documental no habla de los problemas de Messi con el fisco.

--No evité el tema intencionadamente. Pero es como si decido hacer una película sobre el cine de Polanski: no tiene sentido hablar de sus problemas con la justicia. Quería hablar del jugador.

--En cualquier caso a usted el fútbol nunca le ha interesado.

--El fútbol y yo no nos entendemos. Para mí, es solo una pantalla verde con puntitos. A mí me escogían siempre el último en los partidos del colegio. Pero es por esa condición de outsider que me atrajo el proyecto. Además, los futbolistas me resultan cercanos porque para ellos no importa cuánto te esfuerces. Si no metes gol no eres nadie. A los directores nos pasa lo mismo con las películas.

--¿Qué aprendió de su contacto con los futbolistas durante el rodaje de este documental?

--La presión a la que están sometidos es excesiva, sobre todo porque, aunque a veces se nos olvida, son casi unos adolescentes. También están muy protegidos. Cuesta mucho acercarse a ellos. A Messi su familia lo protege de una manera total, y él depende de ella y de sus amigos de la infancia. Sigue yendo de vacaciones a su pueblo, Rosario, que no es precisamente un lugar glamuroso.

--¿Por qué cree usted que el fútbol genera tanta pasión?

--Nuestro instinto de supervivencia nos crea la necesidad de pertenecer a un grupo. Sentimos que todo nos falla: la política, la sociedad, la familia... Y pensamos: "Al menos tengo el Atlético, el Barça o el Real Madrid, y los defiendo a muerte porque si no, me vuelvo loco". Yo defiendo el forofismo porque es muy valioso para el hombre. Sin el fútbol, la gente saldría a la calle con cuchillos.