La editorial Tusquets ha tenido la excelente iniciativa de publicar los Cuadernos de Emile Cioran. Un material filosóficamente muy sensible en el que encontraremos toda suerte de reflexiones sobre cualquier tema que se nos pueda ocurrir: la vida, la muerte, la cultura, la religión, la propia filosofía... No en vano Cioran exprimió muy intensamente los grandes cambios sociales, políticos y culturales que le tocó vivir durante la buena parte del siglo XX que contribuiría a iluminar con su singular talento analítico.

Entroncado con los nombres del pensamiento rumano contemporáneo como Ionesco o Mircea Eliade, Cioran comparte con ellos su formidable base cultural y un claro escepticismo a la hora de situarse o establecerse en sistemas de ideas inamovibles. Como Nietzsche, uno de sus mejores maestros, Cioran trabajará la paradoja, el doble sentido, la ambigüedad, en aras de un escepticismo, tal vez un atenuado nihilismo, que aflora en el cimiento de muchos de sus pensamientos, adagios o tesis rápidamente replicadas por sus correspondientes antítesis, que la mayoría de las veces quedarían sin resolución sintética.

Simone Boué, la encargada de la edición de estos deslavazados escritos de Cioran, cuenta en el prólogo que durante mucho tiempo hubo sobre su mesa un cuaderno siempre cerrado. A la muerte de Cioran, al reunir ella, Boué, los manuscritos del filósofo para confiárselos a la Biblioteca Doucen, encontró treinta y cuatro cuadernos idénticos. Sólo se diferenciaban en sus cubiertas, marcadas con un número y una fecha. Iniciados en 1957, se interrumpían en 1972. En ellos, Cioran iban anotando pensamientos fragmentarios («llevo el fragmento en la sangre»), fechando tan sólo los acontecimientos que él consideraba relevantes en su vida. Sus cuadernos no conformaban, ni mucho menos, un diario, género que él no apreciaba nada. En el último, anotó: «He decidido reunir las reflexiones dispersas en estos cuadernos. Veré si pueden constituir la sustancia de un libro cuyo título podría ser «Interjecciones» o «El error de nacer».

Lo que en ningún caso supondrá un error por parte de los lectores será sumergirse en este prodigioso libro. Lápiz en mano, eso sí, porque la tentación de subrayar sus citas es casi constante.

Veamos, si no, algunos ejemplos:

«Escribir, ¡qué decadencia»!

«No hay más que una nostalgia: la del paraíso. Y quizá la de España».

«Dios dio a Adán y Eva la felicidad a condición de que no aspirasen al poder ni al saber».

«Hay que pensar en Dios, y no en la religión; en el éxtasis, y no en la mística. La diferencia entre el teórico de la religión y el creyente es tan grande como la que hay entre el psiquiatra y el loco».

«Nada puede estropear completamente a nadie, salvo el éxito. La gloria es la peor forma de maldición».

«El dolor es una sensación. El sufrimiento, un sentimiento».

«No hay genio sin una fuerte dosis de mal gusto».

Y así, hasta las mil páginas que contienen su alma.

Título: ‘Cuadernos 1957-1972’

Autor: Emil Cioran

Editorial: Tusquets

Traducción: Mayka Lahoz