Jan Morris es una de los grandes pesos pesados de la literatura de viajes todavía en activo. Nació hombre y no actuó con un hombre cualquiera: oficial de caballería, escalador de las más altas cumbres, periodista aguerrido, llegó a acompañar como reportero a sir Edmund Hillary en su ascensión al Everest. Sin embargo, en los años 70 se hizo una reasignación de sexo en Casablanca. Este libro sobre Trieste, una ciudad de frontera en la encrucijada, en la que nunca ha funcionado el nacionalismo porque nunca ha tenido un arraigo especial, sigue las vicisitudes de la ciudad como floreciente puerto comercial del imperio austrohúngaro en el Mediterráneo, y su posterior pertenencia a Italia -aunque en la actualidad muchos italianos no la sitúen su mapa-. Sin olvidar a los diversos escritores, James Joyce a la cabeza que se han paseado por sus calles. Pero más allá de sus datos, lo más interesante de este libro es ver cómo la autora, que pasó muchos años exiliada en su sexo y se confiesa ahora exiliada de la realidad por sus 90 años se identifica totalmente con el espíritu esta ciudad de extranjeros.