No todos los macrofestivales de música pueden alegrarse de los resultados obtenidos este verano, pero el sector mantiene buena salud como demuestran las cifras de asistencia registradas en la mayoría de ellos. El público respondió de forma desigual este verano a la amplia oferta. Los líderes son el Arenal Sound de Burriana, de nuevo con 300.000 jóvenes, y el electrónico Medusa Sunbeach de Cullera, por primera vez en la posición reina al pasar de 300.000 a 315.000 asistentes.

Entre los festivales que han perdido asistentes destacan los gigantes Mad Cool, FIB y Sónar, que se vio perjudicado por el cambio forzoso de fechas y por la amenaza de huelga de montadores en Fira de Barcelona, cuyos recintos albergan la muestra, que bajó de 126.000 asistentes a 105.000.

El FIB tuvo un descenso mayor: de 170.000 asistentes cayó a 114.000. Y en Madrid el Mad Cool pasó de 240.000 personas en el 2018 a 186.000, ese a tener un día más concebido como prefiesta y a Rosalía como cabeza de cartel. El Rototom Sunsplash de Benicàssim sufrió una leve caída (de 208.000 a 202.000).

De los 20 principales festivales 11 ganaron público, seis lo perdieron y tres se mantuvieron respecto del año anterior. El último es el caso del Primavera Sound, que igualó su mejor registro, el del 2018: 220.000 personas, pero con una jornada récord de 63.000 espectadores.

En asistencia, tras el Arenal Sound y el Medusa Sunbeach también mejoraron sus cifras notablemente el Viña Rock de Villarobledo (de 210.000 personas a 240.000); el almeriense Dreambeach Villaricos (de 155.000 a 160.000); el malagueño Weekend Beach (de 140.000 a 150.000); el gaditano Cabo de Plata (de 115.000 a 132.000) y el Sonorama de Aranda de Duero, de 100.000 a 110.000.