En la gala de los Oscar, Ben Stiller apareció luciendo la mítica chaqueta de lana que elevó a los altares del culto Paul Michael Glaser. La clave para entender ese atavío llegó el viernes a las pantallas de Estados Unidos: Stiller es Glaser, o al menos la revisión de su personaje más emblemático, en Starsky y Hutch , la última adaptación cinematográfica de una serie de los 70.

Tras los repasos en celuloide a clásicos catódicos como Los ángeles de Charlie y Los hombres de Harrelson le ha tocado el turno a otra producción de Aaron Spelling, que aún guarda en la recámara setentera Vacaciones en el mar . Y el proyecto ha tenido la bendición de William Blinn, el creador de los detectives de Bay City, que dio su visto bueno en 1998 tras otros acercamientos frustrados.

Stiller, que de pequeño jugaba a revivir las aventuras de los dos policías, se ofreció para encarnar a Dave Starsky en cuanto se enteró de que la película se ponía en marcha. "Si lo hacía de pequeño, ¿por qué no hacerlo de mayor? --ha dicho en una entrevista-- Había muchas razones por las que no debería hacerlo, pero preferí ignorarlas".

Tras compartir reparto con Owen Wilson en cinco películas, incluyendo dos dirigidas por él --Un loco a domicilio y Zoolander --, Stiller pensó en su amigo para dar vida al personaje que popularizó David Soul. Nadie mejor para interpretar a Ken Hutch Hutchinson, y es que, como recuerda Stiller, Owen "es rubio".

Con la pareja que The Village Voice ha definido como "el dúo cómico más intuitivamente afinado de nuestro tiempo", la maquinaria se puso definitivamente a funcionar cuando aterrizó como director Todd Phillips, responsable de Viaje de pirados y Aquellas juergas universitarias .

Para elaborar el guión, según ha explicado Stiller, "la idea fue tratarlo casi como si fuera el capítulo piloto de la serie", que se emitió entre 1975 y 1979 y cuya primera temporada se ha reeditado ahora en DVD. Y así nació el argumento, centrándose en el primer encuentro de Starsky y Hutch. El primero es un ultrarresponsable policía, marcado por el peso de la leyenda en el departamento de su madre. El segundo es un vividor, pesadilla para asuntos internos. Y en su primer caso persiguen a Reese Feldman (Vince Vaughn), el villano que ha dado con la fórmula para hacer cocaína imposible de detectar.

HOMENAJES Y CAMEOS

Como no podía ser de otra manera, la trama está llena de ocasiones para el lucimiento de la química Stiller-Wilson. Entre ellas hay un momento Easy Rider con ecos de homenaje a los Village People, uno de los motivos que ha reabierto el debate sobre la supuesta relación gay de Starsky y Hutch, que Blinn intenta desesperadamente negar. Pero, sobre todo, hay espacio para la nostalgia. Se utilizaron nueve Ford Torino rojos con la raya blanca como el que popularizó la serie. Y en un momento dado Wilson coge la guitarra y, cual David Soul, canta Don´t give up on us baby .

Otro de los mayores triunfos de Starsky y Hutch --que la crítica valora como "una resurrección deliciosamente tonta de los 70" sin más pretensión ni logro que ofrecer "una divertida estúpida noche en el cine"-- ha sido la elección de algunos secundarios, especialmente la del rapero Snoop Dogg para encarnar a Huggy Bear, el informante que hizo memorable en televisión Antonio Fargas.

No menos alabada ha sido la elección de Fred Williamson, un icono de la blaxpoitation para encarnar al capitán Dobey. Pero lo que desata la máxima nostalgia es el cameo definitivo. Sí, aparecen Soul y Glaser. Sin ellos nada hubiera sido igual.