Seis niñas de uniforme esperan en una marquesina de autobús, en cuya pared se puede leer un cartel que versa: Embarazos no deseados, gonorrea, sida, hepatitis b, herpes genital... Entonces una de las colegialas empieza a leer de una revista (Superpop) los consejos sobre «qué hacer si el chico que te gusta…». Esta es una de las escenas de Las niñas, la ópera prima de la realizadora aragonesa Pilar Palomero, en la que aparecen Natalia de Molina y la zaragozana Andrea Fandós. El rodaje, que se realiza desde hace tres semanas en el I.E.S. Miguel Servet todavía durará tres semanas más. La secuencia grabada este viernes recoge la esencia de los años 90, una época en la que se aparentaba apertura, se pretendía, pero todavía quedaban restos de los viejos tiempos de la dictadura. Esa «contradicción» a la que se refiere Palomero.

La película se centra «en la educación que recibimos muchas de las mujeres del hoy en la España de los 90», explica la directora. No solo la impartida en las aulas sino también en el ámbito familiar, ya que «cargamos con las mochilas de la educación que recibieron nuestros padres», indica la directora. La parte familiar también cobra mucha importancia en el filme.

La Zaragoza que refleja Palomero es la misma en la que ella salía del colegio con su mochila y uniforme, como Las niñas. La cineasta sostiene que no se trata de una película autobiográfica: «Yo no soy Celia, la protagonista, aunque hay un poquito de mí en cada uno de los personajes». De hecho, el I.E.S Miguel Servet es colegio al que asistió Palomero, y su propia madre. Otros de los escenarios escogidos son el Parque José Antonio Labordeta y el Paseo de Ruiseñores. El equipo también grabará en Lérida.

El colegio del filme es de monjas y femenino, un detalle más escogido a drede para «intentar llevar al espectador a cómo se siente una niña de 11 años en el año 92», apunta Palomero. El año de la Expo y de las Olimpiadas, pero también el momento en el que Celia entra de golpe en la pubertad. Una nueva etapa y un nuevo grupo de amigas, chicas más mayores, que la empujan a descubrir una realidad que ya no tiene nada que ver con la desfasada educación que recibe, tanto en casa como en el colegio.

Gran parte de este cambio es responsabilidad de Brisa, una nueva compañera recién llegada de Barcelona. La pubertad la va a enfrentar a todo lo que hasta ahora había significado comodidad y seguridad, incluida la relación con su madre.

En el proceso de cásting la directora vio a 1.000 niñas, una experiencia que le hizo reflexionar sobre las diferencias entre la enseñanza de antes y la actual. «Siento que la educación estaba un paso por detrás de los tiempos que se vivían», reconoce la directora. Además, había mucha diferencia entre como se educaba a niños y niñas; y admite que la educación ha cambiado ya que las menores reciben una enseñanza menos basada en el estereotipo y tienen mayor libertad para hablar de ciertos temas que antes eran más considerados como tabú.

MAYOR LIBERTAD / Por ejemplo, el propio desarrollo sexual. Un tema en el que sostiene ahora hay mayor libertad. «Aunque sí que es verdad que muchas niñas también me decían que hay asuntos que siguen siendo tabú, que todavía cuesta hablar, que todavía cuesta aceptar», declara Palomero.

El objetivo de la realizadora con la película es precisamente reflexionar sobre todos estos cambios, «a ver qué es lo que piensa que ha cambiado cada uno de los espectadores, qué no, qué podría cambiar o si todo está bien», apunta. Su motivación es que el público vivir este viaje contradictoria junto a Celia. Más que transmitir un mensaje, lo que pretende la realizadora es hacer sentir lo que Celia siente: «Que podamos imaginar cómo va a ser esta niña en el futuro en función de lo que le hemos visto vivir en la película».

Andrea Fandós estará acompañada por sus cinco amigas ficticias y su clase de 6º B de primaria. Trabajar con este grupo de niños ha resultado «toda una maravilla» para la cineasta. «Nos están dando cosas que no me podía imaginar». Partían de la idea de adaptar las personalidades de las niñas a las de sus personajes. Pero, ambas comparten ciertas similitudes, por lo que también han podido integrar parte de ellas a los personajes. «Es algo muy bonito verlas reír de verdad, preguntarse y cuestionarse cosas que, a un adulto nos puede parecer muy simple y muy sencillo, pero que realmente son cuestiones importantes», concluye.