Lo fundó en el año 1128 Alfonso I el Batallador y se asegura que entre sus muros se hospedó algunas temporadas el Cid Campeador. Si pudieran contemplarlo ahora quizá ni lo reconocerían. El castillo del municipio zaragozano de Monreal de Ariza ha sufrido un proceso de degradación tan intenso con el paso de los años que ahora apenas puede adivinarse su estructura original. Incluida en la Lista Roja de Hispania Nostra, la fortaleza, al menos, se consolidó entre el 2017 y el 2019 alejando los fantasmas de la ruina total. Los trabajos, impulsados tras la insistencia del ayuntamiento, corrieron a cargo del Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE), dependiente del Ministerio de Cultura, que es el propietario del castillo. En total, se invirtió en torno a 1,3 millones de euros. Ahora, lo que quieren los vecinos de este pueblo ubicado muy cerca de Ateca y Calatayud es que la fortaleza se abra a las visitas.

Pero antes hay que solventar los problemas de derrumbamientos que viene registrando la muralla del recinto fortificado. Los vecinos, de hecho, temen que puedan provocar un accidente porque parte del cercado está muy próximo a algunas casas. «El castillo ya se podría abrir a las visitas, aunque esa apertura esta condicionada a la consolidación de la muralla, que no es titularidad del ministerio», indica la jefa de servicio de Bienes Inmuebles del IPCE, Olga Roldán.

Además del castillo de Mont Regal, el recinto fortificado alberga la iglesia románica de Nuestra Señora de la Asunción y un antiguo cementerio. Según las citadas fuentes ministeriales, las murallas que se están derrumbando (o al menos parte de ellas) son competencia de la DGA. Sin embargo, desde el área de Patrimonio del Ejecutivo autonómico se asegura que los desprendimientos se han producido en la zona donde se encuentra la iglesia y el cementerio, que es propiedad del Obispado pero que hace unos años se cedió al ayuntamiento por medio de un convenio.

El consistorio, por su parte, lo único que pide es que se solucione el problema. «Lo que esperamos es que la DGA nos ayude, porque nosotros solos no podemos con esto», subraya la alcaldesa de Monreal de Ariza, Ángeles Lozano, que en los últimos años ha luchado con intensidad por preservar el patrimonio de su municipio.

Por eso mismo, ahora lo que quiere Lozano y todos los vecinos del pueblo es que la fortaleza se pueda visitar. Más si cabe, teniendo tan cerca el ejemplo del castillo de Jarque de Moncayo, que en julio del 2019 abrió sus puertas al público tras rehabilitarse. «Estamos deseando enseñárselo a la gente, pero en estas condiciones no podemos correr el riesgo», lamenta Lozano, que recuerda que el municipio está a solo tres kilómetros de la autovia de Madrid, lo que facilitaría la posible llegada de visitantes.

El castillo, además, está envuelto por la magia de la historia. No en vano, jugó un importante papel a principios del siglo XII, ya que Alfonso I lo mandó construir para consolidar el avance del Reino de Aragón frente a los Almorávides y evitar la intromisión del Reino de Castilla (se situaba justo en el límite entre ambos reinos). Posteriormente tuvo una destacada función a mediados del siglo XIV durante la denominada guerra de los Dos Pedros, como todas las fortalezas que en esos años trataron de impedir las incursiones castellanas en la zona.

Los trabajos de restauración y consolidación realizados por el IPCE incluyeron la instalación de cartelería e indicaciones para realizar el recorrido. «Está todo listo pero para que se pueda visitar, el Gobierno de Aragón debería mejorar antes los accesos y acabar con esos derrumbes en la parte inferior de la muralla», insiste Belén Rodríguez, arqueóloga y coordinadora del Plan Nacional de Arquitectura Defensiva del IPCE.

Con todo, el instituto adscrito al ministerio todavía prevé acometer otra actuación. Y es que durante los últimos trabajos aparecieron antiguos muros de adobe, un gran aljibe, pesebres asociados a las cuadras y cotas originales del castillo. «Se trataría de poner en valor todos esos restos que ahora han quedado con una protección provisional. Para ello aún no hay un proyecto aprobado pero no descartamos que de cara al próximo año se pudieran realizar esos trabajos», indica Roldán.

Una iglesia de gran valor

Otro de los atractivos del municipio es la iglesia de la Asunción, construida a finales del siglo XII y la única románica de la zona. Incluida también en la Lista Roja de patrimonio, la iglesia lleva cerrada al público casi 60 años por su mal estado. Hace unos años, el templo se consolidó gracias a una ayuda del Ministerio de Fomento, aunque «todavía queda mucho por hacer». «Todos llegamos a pensar que iba a acabar hundiéndose. Ahora está apuntalada y se ha restaurado el suelo, pero necesitamos más apoyo porque está muy mal», reconoce Lozano, que destaca que con los donativos recogidos en el pueblo se ha arreglado la puerta de entrada. La iglesia, declarada Bien de Interés Cultural, se sitúa en el mismo cerro en el que se alza el castillo que domina el municipio.

Una gran piedra ocultaba cascos, armas y monedas del siglo XV

Las paredes resquebrajadas del castillo de Monreal de Ariza guardaban un tesoro escondido desde hace 500 años. Los arqueólogos lo descubrieron hace dos años, después de que los trabajos de restauración que se acometieron en la fortaleza lograran retirar una roca enorme que cayó allá por el siglo XV, un derrumbe que datan con cierta certeza porque entre los objetos encontrados había una moneda de Juan II de Castilla (1406-1454). La piedra había sellado el acceso al lugar, protegiéndolo de cualquier acto de pillaje y del paso del tiempo. La citada moneda, cascos, ballestas, partes de una coraza, piezas de artillería, un tintero, estanterías y hasta una bella campana gótica. Todos estos objetos conforman el botín y ahora se están restaurando en el Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE), adscrito al ministerio. «El armero del Palacio Real nos dijo que el casco era un objeto único por lo bien conservado que está», destaca la arqueóloga del IPCE Belén Rodríguez, que aún no puede estimar cuando acabará la citada restauración. Cuando finalice, lo lógico sería que todas estas piezas se pudieran contemplar en el Museo de Zaragoza.