Christopher Reeve, el actor que protagonizó la más memorable encarnación de Superman en el cine, murió el domingo de una insuficiencia cardiaca a los 52 años. Postrado en una silla de ruedas y con respiración asistida desde 1995, cuando sufrió un accidente montando a caballo en el que se rompió dos vértebras cervicales y se seccionó la médula espinal, Reeve falleció en el hospital Northern Westchester (Mount Kisco, cerca de Nueva York) tras haber entrado en coma el sábado en su domicilio de Pound Ridge.

Los médicos le atendieron de una escara (herida habitual entre los pacientes con parálisis) que se había infectado en su última semana de vida y que afectó hasta la muerte al resto del organismo. Su esposa Dana agradeció en un comunicado tanto "el excelente trato" que le dieron los profesionales médicos como "los millones de fans de todo el mundo que le apoyaron y quisieron". Desde que quedó tetrapléjico, Reeve se convirtió en un ejemplo por su afán de superación y en un abanderado de la lucha en favor de la investigación con células madre.

El actor y su esposa compartían un hijo, Will, de 12 años, aunque Reeve tenía otros dos (Matthew, de 25, y Alexandra, de 22) fruto de su anterior relación con Gae Exton, a la que conoció cuando rodaba Superman en Londres.

DEBUT A LOS 10 AÑOS

Christopher Reeve nació el 25 de septiembre de 1952 en Nueva York, hijo de la periodista Barbara Johnson y el novelista Franklin Reeve, divorciados cuando el futuro actor tenía cuatro años. Christopher se mudó entonces junto a su hermano y su madre a Princeton (Nueva Jersey). Fue allí, en el teatro McCarter, donde se subió por primera vez a un escenario, a los 10 años. Reeve estudió en la Universidad Cornell, donde fue seleccionado junto a su amigo Robin Williams para entrar en la célebre Juilliard School of Performing Arts de Nueva York.

En 1974 participó en la teleserie Love of life y comenzó su carrera en los teatros de Broadway con un primer papel como nieto del personaje interpretado por Katharine Hepburn en A matter of gravity . Alerta roja: Neptuno hundido supuso su debut cinematográfico en 1978. Aquel mismo año, el director Richard Donner lo seleccionó entre 200 aspirantes para el papel de Superman. Comenzaba de este modo una exitosa serie que, a lo largo de cuatro entregas (los otros títulos llegaron en 1980, 1983 y 1987) convertiría a Reeve en una celebridad mundial.

Y aunque siempre será recordado como el atlético cuerpo que llenó la pantalla con una enorme S sobre el pecho, sobrevolando la ciudad en su lucha contra el mal en un doble personaje que de día se convertía en el tímido reportero Clark Kent, intervino en otras muchas cintas para "escapar a la capa", como él mismo solía decir, intentando no quedar atrapado en el estereotipo de héroe.

Reeve fue un mutilado veterano de Vietnam en la obra Cinco de Julio , estrenada en Broadway en 1980, y un aspirante a dramaturgo en el thriller La trampa de la muerte (1982). También trabajó en El aviador, Las bostonianas, Lo que queda del día o El pueblo de los malditos . Ya en silla de ruedas, dirigió Al caer la noche y volvió a ponerse frente a las cámaras en el remake televisivo de La ventana indiscreta (1998).