No suelen verse mucho entre sí los cocineros, y menos para debatir y charlar. Sí suelen acudir a congresos para atender las ponencias de los más avanzados, en una formación de arriba hacia abajo. Sin embargo, el que los concitará los próximos lunes y martes, el II Congreso del producto y la gastronomía de los Pirineos, ofrece otras peculiaridades, que lo singularizan en el panorama nacional.

Una cincuentena de cocineros de ambos lados del Pirineo, además de otros ponentes, debatirán en pie de igualdad sobre su oficio y condición. De cómo cultivar su huerto y atender a sus gallinas, además de salir a cazar trufas. De lo que supone atender a una avalancha de esquiadores, pero también esperar la llegada de un comensal en el más remoto valle. Compartir qué sucede tras aparecer reconocido en una guía y ver cómo crece el número de clientes.

Sin olvidar una sesión especial, que reunirá a nueve veteranas cocineras de la montaña, las que ha preservado los usos culinarios de sus mayores, compartiéndolos con un turismo incipiente cuando muchas de ellas comenzaron.

De todo eso se hablará en Huesca. Porque la gastronomía no se limita a cocinar y comer; es cultura, identidad, tradición, territorio, compañía y discurso, aunque apenas se haya enunciado.

Y si queremos que nuestra gastronomía no se estanque, a veces hay que detenerse, conversar, reflexionar y decidir. Y luego, sí, seguir adelante. O corremos el riesgo de ver crecer hamburgueserías a la americana en el entorno de Ordesa, servidas por patinadoras. Y hasta ahí, no.