Una treintena de trabajadores, contratados en gran parte en la zona de Loarre comenzó en la mañana de ayer a recoger el atrezzo, los elementos decorativos y el mobiliario instalados a comienzos de enero en el castillo para el rodaje de la película El Reino del cielo dirigida por Ridley Scott.

En Loarre, unos cien vehículos entre caravanas y camiones fueron cargando los elementos y la carpa del catering, toda la instalación eléctrica y los carros, los aperos de labranza, de la fragua y otros enseres usados en el filme, así como carpintería metálica y material de oficina. Su destino es Sevilla, Francia y Marruecos, puntos de retorno de materiales o de futuras secuencias.

La carretera de acceso al castillo seguía cortada al personal ajeno (lo estará hasta el 30 de enero), pero algunas personas fueron autorizadas a retirar material sobrante. Un hostelero se llevó un remolque de leña para su restaurante, mientras que gran parte de la madera ahumada se traslada a Marruecos para sucesivas escenas.

Hoy martes está previsto desmontar los entablamientos y andamiajes interiores de los torreones del castillo, así como las falsas almenas y desde mañana, con menos personal, pero con maquinaria especializada, se tiene previsto derribar todas las construcciones de escayola, piedra, madera paja y pizarra, para devolver al pareje su estado original.

"No queda deteriorado el paraje. El compromiso es restaurar incluso los taludes que se excavaron para montar el poblado y volver a sembrarlos de pradera natural", declaraba ayer Roberto Orós, uno de los coordinadores de los trabajos. El campamento de rodaje ya está en Segovia, al igual que los caballos que traía el equipo.

UNA GRAN EXPERIENCIA

Se siente ahora en la zona un vacío tras la convivencia con la película. En la memoria de Loarre queda la promesa de Ridley Scott de colocar la maqueta del castillo que le regalaron en su despacho de Los Angeles. Los camareros del hotel de Ayerbe señalan como un momento mágico, la noche del cumpleaños de Orlando Bloom, en la que cada uno de los actores y ayudantes cantó en el bar una canción de su tierra.

Los bomberos de Ayerbe no olvidarán que estuvieron a metro y medio "del especialista que ardió sin quemarse" en virtud de los efectos especiales, fuera de cuadro, pero "la manguera con presíón y demás".

Algunos extras, como Manuel Molina, vivieron las secuencias de la cena en el interior del castillo, "llena de tensiones entre los nobles" en dos jornadas en las que llegaron a tiritar de frío. Recuerda cómo Scott "dirigía muy calladamente".

Y resaltaban el orden y el silencio, cuando "no se permitía ni el ruido de un tractor a tres kilómetros". Ha quedado un vacío agridulce en la comarca. Y los vecinos que han visto el rodaje resaltan la dificultad para distinguir estos días entre una piedra de su simulacro: "dónde empezaba la verdad o la mentira".