«Convirtamos el teatro en un ágora que es lo que era su espacio originalmente». El que habla es Àlex Rigola y suena como una amenaza pero en realidad es una explicación de lo que el espectador se va a encontrar en Un enemigo del pueblo (Ágora), una obra producida por El Pavón Teatro Kamikaze en la que la cuarta pared se difumina («llevo ya tiempo trabajando en eso porque es el espacio que se le puede ganar al cine y a la televisión»). La producción, tras una exitosa estancia en Madrid, llega hoy al Teatro Principal de Zaragoza (21.30 horas) donde también se podrá ver mañana (20.30 horas).

AHONDANDO EN LA ÉTICA / Con un elenco de lujo (Nao Albert, Israel Elejalde, Irene Escolar, Óscar de la Fuente y Francisco Reyes), Un enemigo del pueblo es una adaptación libre de la obra de Ibsen realizada por el propio Rigola que se acercó a ella por una especie de obsesión personal: «Cada día pongo en duda mi propia ética... la tenemos muy clara en ciertos momentos pero somos nosotros mismos la que la ponemos en duda por nuestros propios intereses», expresa Rigola que va más allá: «Continuamente vemos coartada la libertad de expresión y muchas veces nosotros somos los primeros en hacerlo por miedo, por supuesto, y eso me crea una sensación de impotencia».

En Un enemigo del pueblo, Rigola traslada el conflicto moral a una compañía de teatro que se plantea hasta dónde puede llegar en escena tras recibir una subvención de un partido contrario a su ideología. Una cuestión que lleva a la libertad real y de voto de los ciudadanos: «El protagonista llega a poner en duda el sufragio universal... A veces seas del color del partido que seas supongo que piensas pero cómo puede ser que salga este, incluso hay unos casos que aún son más claros, que son aquellos que sale una mayoría cuando ves que lo proponen va contra el interés de la mayoría, la gente ya no vota ni por lógica ni por su propio interés sino más bien como si estuviera hablando de equipos de fútbol y esto nos lleva a que muchas veces votamos más con el estómago o incluso por herencia que por lo que realmente nosotros pensamos. Y es verdad que cada día nos informamos menos de lo que hay detrás de cada partido y de cuáles son sus propuestas.

TEORÍAS DEMOCRÁTICAS / «Esto -en su opinión- hace que se tambalee la democracia porque nosotros mismos la ponemos en duda, ponemos en duda el voto e incluso hay teorías democráticas contemporáneas que proponen una epistocracia donde las personas que voten tengan que pasar un examen de conocimiento mínimo sobre el propio sistema democrático y los partidos que hay en el momento», razona Rigola que asegura que incluso el protagonista de Ibsen propone la misma solución: «Es un sistema que sí que da que pensar y que nos pone en duda. Y eso es lo interesante del espectáculo, no intentamos dar una idea del resultado sino poner en duda y debatir con el público».

Unos espectadores que incluso pueden votar a lo largo de la función que juega con la verdadera función del teatro, hacer pensar: «Lo que hacemos es darle una mirada diferente a lo que son los temas contemporáneos, quizá porque estamos cansados de verlos siempre desde el mismo ángulo. El teatro como todas las artes ofrece la posibilidad de mirarnos desde otro punto de vista», concluye Rigola.