El ratón se ha hecho el rey de la selva. Dos minutos después de la medianoche del miércoles en la costa este de Estados Unidos, Disney culminó su adquisición de la mayoría de los estudios de cine y televisión de 21st Century Fox y de sus contenidos. Con la operación de más de 62.000 millones de euros lo que era una mastodóntica compañía con potentes tentáculos en el mundo de las retransmisiones deportivas o los parques temáticos se convierte en un coloso sin parangón en Hollywood, uno que promete transformar el ya alterado panorama del entretenimiento audiovisual en todo tipo de pantallas.

Algunas cifras, nombres, títulos y franquicias ayudan a entender las dimensiones del nuevo gigante. En el momento actual, por ejemplo, se calcula que la nueva Disney controlaría el 40% de la taquilla de cine. Ya era propietaria de Pixar, Marvel y LucasFilm y suma a sus estudios tanto Fox como su rama dedicada al cine de más prestigio, Fox Searchlight, y la casa de animación Blue Sky (detrás de Ice Age).

Disney se hace, asimismo, con un catálogo de obras, personajes y sagas que incluye desde Avatar o Deadpool hasta X-Men y Los cuatro fantásticos (que vuelven a Marvel tras haberse puesto bajo control de Fox en los 90). Y eso por no hablar de televisión: Disney suma a su control iconos animados como Los Simpson o Padre de familia, multitud de series como Modern Family o Atlanta y canales como National Geographic o FX.

conexión con el comsumidor / El motor principal en la operación no es asegurar el dominio en los medios tradicionales; es la determinación de Bob Iger, presidente y consejero delegado de Disney desde hace 14 años, de dejar de ceder terreno ante la irrupción de Silicon Valley y las plataformas de streaming y posicionar Disney como actor clave en ese futuro ya presente en la producción y distribución de contenidos.

Ya en diciembre deL 2017, cuando anunció la intención de comprar Fox (una operación que estuvo a punto de naufragar por una contraoferta de Comcast que obligó a Disney a sumar 20.000 millones de dólares a su desembolso final), Iger explicó que su «prioridad absoluta» era «acelerar enormemente la estrategia de [ir] directo al consumidor». Y este miércoles, menos de una hora después de culminar la compra, escribió a los empleados: «La adición de estos grandes negocios, marcas, franquicias y talento nos permitirá movernos más rápido, llegar más lejos y aspirar más alto, especialmente en lo que se refiere a crear conexiones directas con los consumidores».

Catálogo no le va a faltar, ni plataforma. El 11 de abril se espera en la reunión anual de inversores que se presente Disney+, su servicio de streaming, que se pretende poner en marcha a finales de este año. Además Disney, que ya tenía el 30% de Hulu, ha sumado con la operación el 30% de esa plataforma que controlaba Fox. Es ahí donde Iger ha sugerido que acabará el contenido más atrevido, manteniendo la idea de Disney + como la plataforma para contenido más familiar.

Lo que Disney tampoco va a tener en pequeñas dosis es competencia. Además de pesos pesados que han dominado y marcado la última década tomando considerable ventaja, como Amazon y, sobre todo, Netflix, la casa del ratón tiene que hacer frente a nuevos rivales. El lunes Apple presenta sus planes para cine y televisión. Warner Media y Comcast ya han lanzado sus propias plataformas.

Los analistas de medios coinciden en ver la operación como un punto de inflexión. «Definitivamente da nueva forma al paisaje», le ha dicho a The New York Times Michael Nathanson. «Cambia las reglas del juego para la industria», ha declarado al Los Angeles Times Jessica Reif Ehrlich, especialista de Merrill Lynch, que resume el mensaje de la venta de Fox (que se ha guardado elementos como sus canales de noticias y ha creado una nueva empresa): «O te haces más grande o abandonas».