Pongo la tele a primera hora y aparecen Susana Griso, Ana Rosa Quintana o Mónica López, conduciendo los programas que dominan las audiencias mañaneras. En las radios están por todos lados y en cualquier franja y puesto (ya sea como directora de magacine, enviada especial, o locutora de fútbol). En las redacciones de los periódicos también son legión. Y (¡acabáramos!) en los cientos de tertulias políticas que se realizan en este país todas las mañanas aparecen mujeres que son perfectamente capaces de opinar de una manera tan claramente sesgada, absurda y equivocada como lo podría hacer cualquier hombre.

Uno levanta la cabeza y ve también mujeres por doquier en las aulas universitarias, en la sanidad, en la educación, en los servicios, en el turismo, en la investigación, en los trabajos sociales. En cualquier oposición arrasan a sus oponentes masculinos: en España ya hay más juezas que jueces. Pero es que también son abogadas del estado, interventoras, registradoras de la propiedad, funcionarias de cualquier ministerio, consejería, ayuntamiento. Y también hay multitud de políticas buenas y malas, aceptables y regulares, populistas y populares (Inés Arrimadas, Irene Montero, Cayetana Álvarez de Toledo, Carmen Calvo, Macarena Olona: que cada una y uno las califique como crea y convenga). Además, en España tenemos rectoras de universidad, super-directivas bancarias, gestoras culturales, ministras de exteriores, directoras de cine, campeonas olímpicas de bádminton, escaladoras de 'ochomiles'. En el colmo de los colmos las mujeres también han conseguido invadir y asaltar los cuerpos de policía, los camiones de los bomberos, los tricornios de la guardia civil, así como en todos los grados del ejército. Y es que no sé dónde vamos a llegar, la verdad: si había en España una ley no escrita establecida por los hombres para impedir el desarrollo de las mujeres, hemos fracasado. Dentro de poco, hasta podremos ver con la cabeza gacha cómo la selección española de fútbol femenino arrasa en la Eurocopa (se ha clasificado con 48 goles a favor y 1 en contra).

Se mire por donde se mire, el desarrollo de la igualdad en España ha sido brutal en los últimos 30 años. Quizá por todo eso creo que cada vez hay más mujeres que se bajan de la ola de mensajes que algunas veces se dan desde alguna orilla, por victimistas y distorsionados, y que no se reconocen como pertenecientes a una clase oprimida. Nuestra realidad actual (que no es perfecta, por supuesto: claro que hay trabajos mal pagados, y situaciones laborales injustas que sufren mujeres...y hombres) no es así.

Pero como no tengo fuerzas para polemizar, me duermo oyendo a Zahara, o releyendo la última novela de suspense de la escritora francesa Fred Vargas, o disfrutando con el último capítulo de 'Los Durrell' (en Movistar + y Filmin, cuatro temporadas) y la actuación de su protagonista, la inglesa Keely Hawes, que lo borda en el papel de Louise Durrell, madre que se lía la manta a la cabeza y se lleva a sus cuatro hijos -entre ellos a Gerald Durrell, famoso naturalista, que escribió el libro de memorias en el que se basa la serie- a la isla griega de Corfú, al quedarse viuda...¡en la segunda mitad de los años treinta! Una avanzada total, para su época. Y una serie diferente. Véanla. Y sirve lo mismo para ellas que para ellos. O sea, para nosotros.