Espido Freire (Bilbao, 1974) fija un lugar, Tenerife, y una época, los meses previos a la Primera Guerra Mundial para desarrollar su novela Soria Moria ganadora del 39° Premio Ateneo de Sevilla. En Tenerife, unas chicas pertenecientes a la colonia británica viven el paso a la adolescencia y se ven abocadas a las rígidas normas sociales de sus familias, mientras que dos muchachos británicos llegados a la isla, con los que se imaginan a salvo del tiempo y de la muerte, se verán muy pronto en las trincheras del Somme.

En ninguno de sus libros anteriores Espido Freire había fijado tan fuertemente una época y un lugar, ni atado tan fuertemente a la realidad, como una forma de disciplina. "Yo hasta ahora había investigado de otra manera la narración. Alteraba la percepción del tiempo. Nuestra conciencia de temporalidad es distinta ahora que hace 50 años. Pero ahora me parecía importante centrarme en un tiempo concreto".

Comienza la obra con la carta de uno de los muchachos a una de las chicas desde el frente: "Con esa guerra empieza la industrialización de la muerte; fue una absoluta carnicería y además, de gente muy joven. En Inglaterra siguen los monumentos en su memoria". Fueron a la guerra como patriotas ilusionados y en seguida vivieron el absurdo y el desencanto. Pero también en el lado de las chicas ocurre algo tremendo: "hablo del paso de una inocencia absoluta, en que ellas son ellas por sí mismas (ni se acercan a los chicos porque no les interesan), a la situación en que las propias madres les van diciendo: el camino es éste", explica la autora.

Y el camino, la libertad, el escapar de la propia madre, es "conquistar a ese señor". Y agrega Freire: "Nada de lo que tú empieces a hacer ahora va a ser inocente, porque te vamos a enseñar a que no lo sea. Ahí llega el momento de los guantes, del baile y el coqueteo".

La influencia de Jane Austen es evidente y así lo confiesa la propia autora. "Más de ella que de las Brontë, porque a éstas no les preocupa cazar a un hombre, sino la lucha por la propia identidad (aunque luego lleve parejo enamorarse".

Soria Moria --un lugar mítico de los cuentos nórdicos, a salvo del tiempo y de la muerte-- será para todos ellos un refugio efímero. Ha pasado el momento de la imaginación y de los cuentos infantiles y la realidad se impone con la llegada de la edad adulta. Incluso los cuadernos de Soria Moria quedan abandonados, "porque como en toda transición de adolescencia comienza un juego más interesante. Es un juego de poderes".

Cada cinco capítulos se inserta uno corto, breve, y esos son los que van marcando cuál es la línea de evolución. Las dos chicas resultan inquietantes "porque no son las adolescentes típicas". Sobre el por qué de la crudeza, Freire confiesa: "He sido y soy una persona bastante ingenua, lo cual supone que los desengaños frente a la realidad son muy grandes". Y agrega que en casi todas sus novelas, hay "una toma progresiva de conciencia de lo que es la vida". Para concluir que "al menos a los chicos se les da la posibilidad de ser héroes" llevándolos al frente.