Johnny Ramone, guitarrista del grupo neoyorquino Ramones, falleció el miércoles a los 55 años a causa de un cáncer de próstata. Fundador del cuarteto, su influencia ha sido fundamental gracias a la simplicidad con que estructuró sus canciones: fórmulas de sólo tres acordes cuya sencilla efectividad perfilaría la quintaesencia del punk. Su muerte se suma a las del cantante Joey Ramone, en 2001, y el bajista Dee Dee Ramone, en 2002, en lo que parece una plaga imparable. Ayer Johnny fue incinerado en Los Angeles.

John Cummings, su verdadero nombre, fue un punk muy suyo. De joven era salvaje como el que más. Cuentan que atracó establecimientos, lanzó televisores sobre ancianas y que incluso apedreó a los Beatles durante un concierto. Sin embargo, cuando cambió de carácter lo hizo de forma radical hasta convertirse en el sargento del cuarteto. Su estricta disciplina causó problemas de convivencia en el grupo, pero, al mismo tiempo, aportó la cordura necesaria para que la banda se transformase en una empresa rentable.

El era quien peleaba para que se cumpliesen los plazos de grabación de los discos y para que la banda cobrase lo acordado en cada concierto. Cuando abandonó los escenarios en 1996 dejó tras de sí 2.263 actuaciones y ni una sola cancelación. Johnny fue, con Joey, el único miembro fijo en los 20 años de carrera del cuarteto. Curiosamente, la relación entre ambos siempre fue tensa desde principio de los años 80.