El escultor Martín Chirino, uno de los más relevantes representantes de la escultura abstracta, famoso por el uso del hierro forjado, falleció ayer por la tarde a los 94 años en un centro hospitalario de Madrid.

En 2018, en la madrileña galería Marlborough mostró la evolución de su trabajo desde 1952 en una exposición en la que el tiempo tenía una presencia importante. «Sigo trabajando diariamente y por ello la mayoría de obras son de reciente creación», aseguraba entonces el maestro de las espirales.

Su preocupación por el espacio en la escultura le valieron reconocimientos, del Premio Nacional de Artes Plásticas a la Medalla de Oro de Bellas Artes o el Premio Cristóbal Gabarrón de Artes Plásticas, el Canarias de Artes Plásticas (1986) y el Nacional de Escultura de la CEOE (1989). Así como la Medalla de Honor del Círculo de Bellas Artes (1991), el de Artes Plásticas de la Comunidad de Madrid (2002) y el Tomás Francisco Prieto de la Fundación Casa de la Moneda (2004).

Sus esculturas eran, por lo general, piezas de grandes dimensiones, como la popular Lady Harimaguada, instalada en la avenida marítima de Las Palmas.Conjugaba un enorme potencial expresivo y el mínimo de materia; los valores del arte africano y los materiales de su tierra nativa; las geometrías espaciales y la delicadeza de sus trazos.

En la capital aragonesa también hubo oportunidad de ver su trabajo en, al menos dos ocasiones. En el 2002, el propio Chirino visitó la ciudad para inaugurar una exposición de sus esculturas en el museo Pablo Gargallo mientras que seis años después fue la galería Zaragoza Gráfica de Pepe Navarro la que mostró, en esta ocasión, parte de sus dibujos.