Una luz especial distingue a Rubielos de Mora desde que en el 2003 abrió sus puerta el Museo Salvador Victoria. Los cuadros más representativos del pintor abstracto han iluminado esta localidad turolense de apenas 600 habitantes y la han puesto en el mapa. Porque si algo caracteriza la obra más conocida de Salvador Victoria (1928-1994) es precisamente eso, la luz. «Su obra transmite paz, es afable, pacífica y luminosa, como era él», subraya el director del museo, Ricardo García Prats. El pintor también fue generoso porque donó gran parte de su obra a su pueblo natal para que el museo fuera una realidad.

«Unos años antes de su repentina muerte, él y el alcalde de Rubielos, Ángel Gracia, ya estaban dándole vueltas a la idea, pero fue su viuda, Marie Claire Decay, la que al final la llevó a efecto», explica García Prats. Así, y gracias al apoyo de las administraciones públicas e Ibercaja, se restauró el antiguo Hospital de Gracia del siglo XVIII y el museo, el único de arte contemporáneo de Aragón junto al Pablo Serrano y el CDAN, abrió sus puertas en el 2003. A lo largo de su mil metros cuadrados repartidos en tres plantas, el centro ofrece un recorrido casi cronológico de la vida y obra de Salvador Victoria, uno de los pintores abstractos más importantes de su tiempo y cuyos cuadros pueden verse en museos como el Reina Sofía.

Tal y como explica García Prats, la obra de Victoria no sería la misma sin su estancia en París entre 1956 y 1964. Allí se relacionó con los artistas abstractos, convirtiéndose en una etapa fundamental para su formación, y además conoció su mujer. «En esa época apostó por el expresionismo y en su pintura predominaba el negro, algo que no es de extrañar si se tiene en cuenta que Pierre Soulages fue uno de sus referentes», señala. Al regresar a España en la década de los 60, y con el impresionismo abstracto en franca decadencia, el pintor turolense buscó nuevas tendencias y comenzó a experimentar hasta que fue encontrando ese círculo y ese arte geométrico que le caracterizó el resto de su trayectoria. «A partir de los 80 esa geometría perfecta con triángulos y diagonales se va difuminando y retoma el gestualismo de su época de París, pero ahora con colores vivos, como si fuera una explosión de color», explica García Prats. Esa serie de «paisajes cósmicos» fue denominada abstracción lírica y representa una de las etapas más conocidas de Victoria.

En total, el museo exhibe 51 piezas del pintor de Rubielos de Mora, cuadros que van de la década de los 50 a los 90 y en los que se aprecia la evolución a lo largo de su carrera. El centro también expone su colección de obra gráfica, con serigrafías, litografías o aguafuertes, así como piezas de más de 30 artistas de vanguardia, entre los que sobresalen Lucio Muñoz, Rafael Canogar, Manuel Rivera, Antonio Saura, José Orús o Martín Chirino. Todo ello eleva el interés de este museo de arte contemporáneo centrado en la segunda mitad del siglo XX.

En este sentido, no se puede olvidar que el centro, cuyo discurso expositivo se renovó el año pasado, también alberga exposiciones temporales, casi todas ellas circunscritas al arte contemporáneo y fundamentalmente abstracto. «Buscamos una conexión con la línea de Salvador, y en estos años han expuesto artistas como Eduardo Chillida, Jorge Oteiza o Francisco Farreras», explica García, que destaca que en los últimos ejercicios se ha duplicado el número de visitas hasta superar las 2.000 al año. El museo está abierto sábados, domingos y festivos y la entrada cuesta dos euros.