Según un informe secreto consultado por BruceHenderson, el 60% de la información de inteligencia fiable sobre el frente occidental provenía de los equipos entrenados en el campo Ritchie, que el Ejército estadounidense alquiló el 19 de junio de 1942 al estado de Maryland, que era el propietario, por un dólar al año.

Para aquella base ultrasecreta, creada con el objetivo de «ampliar el adiestramiento en inteligencia para el combate», fueron seleccionados reclutas que sabían idiomas, con predilección por el alemán, requisito que los judíos que habían huido de Europa cumplían con creces (muchos sabían además otras lenguas).

En ella, los Ritchie Boys siguieron sobre todo cursos de interrogatorio de prisioneros -llegaron a practicar incluso con presos alemanes verdaderos trasladados hasta allí-. Se les recomendaba evitar la tortura, que no se demostraba efectiva, pues el detenido podía confesar cualquier cosa con tal de que parara.

Y se familiarizaron con todo lo relacionado con el enemigo. Para ello se construyó un pueblo alemán de pega, como si fueran decorados de cine, y los soldados llegaban a patrullar con camiones con esvásticas y vestidos con uniformes alemanes (algunos vecinos de la zona llegaron a dar la alarma, creyendo que se trataba de una invasión de las tropas de Adolf Hitler).

El Führer también estaba presente en el campo de entrenamiento: un inmigrante judío alemán, Harry Kahn, era quien le interpretaba en las sesiones teatrales de parafernalia nazi; no faltaba el falso bigote de cepillo incluido. Después de la segunda guerra mundial se convirtió en mimo profesional.