La desclasificación de siete dibujos atribuidos a Francisco de Goya que ya no se consideran suyos y una nueva «interpretación contrastada» de la correspondencia entre el pintor y al que la conservadora de El Prado, Manuela Mena, calificó como su «amigo amoroso», Martín Zapater, son algunas de las aportaciones del primer tomo del Catálogo razonado de los dibujos de Francisco de Goya, que ha sido elaborado por la Fundación Botín y el Museo del Prado.

Este primer tomo recoge la producción realizada por el artista aragonés en la primera parte de su carrera, entre 1769 y los primeros años de la década de 1790. Concretamente, se estudian los dibujos que realizó desde su viaje a Italia (1769-1771) hasta que en los primeros años de la década de 1790 inició sus libros de dibujos y los aguafuertes de los Caprichos.

El jefe del departamento de dibujos y estampas del Museo del Prado, José Manuel Matilla y la jefa del área de Conservación de Pintura del siglo XVIII y Goya de la pinacoteca, Manuela Mena, han estado al frente del equipo de investigación en esta obra, presentada ayer en el Centro Botín de Santander.

novedades y descartes/ Según señalaron estos investigadores, se trata del primero de los cinco tomos de que constará este estudio «pionero» y «sin precedentes» sobre los dibujos de Goya, aunque en realidad es el volumen II, ya que el último que verá la luz será el volumen I, que reunirá los estudios de los resultados de las investigaciones.

El director del Museo del Prado, Miguel Falomir, aseguró que la publicación del catálogo es un «hito historiográfico y editorial», tanto por el volumen de los dibujos estudiados -más de 520 del Museo del Prado y 400 de colecciones privadas e instituciones internacionales- como por la «envergadura de un coloso del arte universal, que aunque haya fallecido probablemente sea el más actual de los artistas».

Matilla explicó que en las investigaciones realizadas para este proyecto solo han aparecido siete dibujos atribuidos a Goya pero que «se ha considerado que no son suyos». Estos dibujos también aparecen en el catálogo y han sido estudiados con el mismo rigor que el resto, para aportan una explicación de por qué no son atribuibles al artista. Y es que, como apunta Mena, Francisco de Goya, «es un artista único, difícil y complejo», que destaca por tener una «técnica impresionante», así como por su «capacidad de síntesis y abstracción».

Entre los dibujos que pierden la atribución de Goya en este primer volumen están Carlos IV, de la colección de los herederos de Carderera; dos Academias de desnudo viril de pie y de espaldas, ambas de la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País, de Zaragoza; un Retrato de Goya, de un artista anónimo del siglo XIX, del Museum of Fine Arts de Boston, Majo sentado (1777), del Instituto de Valencia Don Juan de Madrid, que finalmente se ha atribuido a Ramón Bayeu y un dibujo del exorcismo de San Francisco de Borja, de la propia colección del Prado. Eso sí, el trabajo de Mena y Matilla ha servido para incluir ahora entre el legado de Goya un dibujo preparatorio para La pradera de San Isidro y los «nuevos» dibujos que aparecen en algunas cartas de Goya.

Precisamente otra de las grandes novedades es una carta de Goya a su amigo Martín Zapater con dibujos de un corazón ardiente y dos pequeñas figuras, fechada el 10 de noviembre de 1790 y que ha sido adquirida por el Prado.

Esta carta, según publicó El Mundo, presenta, al entender de Manuela Mena, particularidades propias de un hombre enamorado, como es ese corazón ardiente. Mena señala que en otra de las cartas, Goya se dirige a Zapater en un tono especialmente amoroso: «con tu retrato delante me parece que tengo la dulzura de estar contigo, ay mío de mi alma no creyera que la amistad podía llegar al periodo que estoy experimentando», lo que lleva a deducir a la conservadora que el afecto fraternal de Goya por su amigo de la infancia podría confirmar en realidad «un interés amoroso, de carácter homosexual y alejado de lo platónico». Un planteamiento que Mena ya ha defendido en otras ocasiones.