«Pocas veces se han dado en la literatura voces protagonistas, que como las de las cuatro mujeres de Lectura fácil, tengan la particularidad de ser consideradas administrativa y médicamente dispacacitadas intelectuales», señala Cristina Morales. Con esas voces, y con una obra «insurreccional, que pregona el escándalo y la diferencia», según el miembro del jurado Gonzalo Pontón Gijón, la escritora granadina ha armado un combativo y radical artefacto narrativo en femenino que le valió ayer el Premio Herralde de Novela, dotado con 18.000 euros. «Es una novela-panfleto, una novela-grito, una novela-puñetazo. Es un campo de batalla: contra el machismo imperante, contra la opresión del sistema, contra la injusticia. Pero es también una novela que celebra el cuerpo y la sexualidad, el deseo entre mujeres, la dignidad de quien es señalada con el estigma de la incapacidad intelectual y la capacidad transgresora y revolucionaria del lenguaje», desvelaba Anagrama, que convoca el galardón.

La novela de Morales (Granada, 1985) está protagonizada por cuatro mujeres, Marga, Nati, Patricia y Àngels, parientes, «charnegas» y con distintos grados de discapacidad intelectual, que comparten piso en una Barcelona mestiza y opresiva, acuciada por el paro y los desahucios, donde la autora vive desde hace seis años. «Estos personajes que están en los márgenes tienen una gran potencia para hacer crítica y deben estar en la literatura», explica la autora, recordando cómo las letras sí han incorporado el tema de la locura a través de figuras como la del «tonto del pueblo», poniendo de ejemplo el Azarías de Los santos inocentes, de Delibes.

En la Barcelona de Lectura fácil conviven la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, los okupas y los ateneos libertarios. «Yo llegué sin un duro en el bolsillo y la ciudad que me ha tocado vivir es la de pisos llenos de cucarachas y la de poder comer solo mortadela. Eso es algo muy común -comenta-. Pero la Barcelona que retrata la novela es la que desde la política y las instituciones intentan coartar cualquier discurso que sea crítico con ella, donde políticos profesionales se hacen pasar por activistas con consecuencias devastadoras».

Las protagonistas también tienen en común que han llegado de una zona rural. Esa identidad de «inmigrantes y charnegas» le permite a Morales «confrontar la retórica de la corrección política e institucional con la del analfabeto o la del que cuando habla no le entienden porque tiene acento andaluz».

PRÁCTICA EUGENÉSICA

Morales, autora de Terroristas modernos (2017), denuncia a través de una de las protagonistas, la «práctica eugenésica» del sistema, que «realiza de forma masiva y habitual esterilizaciones forzosas a mujeres con discapacidad intelectual porque se las considera hipersexualizadas. Se hacen ligaduras de trompas pero en cambio no se esteriliza a los hombres». Otro personaje, que está escribiendo una autobiografía con un «género de nuevo cuño», nacido en los 70, el de la lectura fácil que da título a la novela, acerca al lector a unas fórmulas que «adaptan obras clásicas para personas con discapacidad intelectual, pero también para migrantes, a la población reclusa, a gente con fracaso escolar».

Todo ello, asegura el jurado, revestido de unas voces «desternillantes» y divertidas, capaces de provocar «la carcajada» sin complejos y de hablar de cualquier tema eludiendo toda corrección política.