La novela se abre con una cita del canto III de la Odisea en el que Telémaco busca noticias de su padre, Ulises. Toda una declaración de intenciones de El hijo del italiano (Planeta), la novela de Rafel Nadal, con la que ganó el premio Ramon Llull de este año. «En el libro, de hecho, hay dos odiseas, la de los marineros italianos supervivientes del hundimiento del Roma que están siete meses en Caldes de Malavella intentando regresar a casa, y la de Mateu, el hijo del italiano, protagonista de la novela que como Telémaco busca a su padre», desvela el propio Nadal.

Un libro que basado en hechos reales cuenta como en enero de 1944, un grupo de mil italianos se refugian en la localidad gerundense de Caldes de Malavella después de que en septiembre del año anterior Hitler bombardeara el buque insignia de la armada italiana en el que iban a bordo: «Hasta Navidad estuvieron en Mahón donde protagonizan un incidente grave, una huelga de hambre porque la comida es escasa y mala. Los antialiados de la isla lo aprovechan para revolucionar a la gente contra ellos. Entonces Franco llama a Moscardó, capitán general de Cataluña, y le pide que acoja a esos mil marineros. Y el 4 de enero llegan a un pueblo de 2.300 habitantes donde había pocos hombres, ya que muchos de ellos habían muerto en la guerra española, y de golpe llegan mil chavales jóvenes y se monta una revolución», narra Nadal que explica cómo le llegó esa historia: «Estaba en un club de lectura precisamente en Caldes de Malavella hablando de un libro anterior y de golpe se levanta un señor y me preguntó si me gustaría conocer una historia de mil marineros italianos que se refugiaron allí en plena guerra mundial. En 5 minutos me enamoré de la historia». En esa primera conversación, ya le habló de «tres matrimonios en la comarca entre italianos y mujeres de la zona y de que la rumorología dice que el rastro de los mil marineros es mucho más amplio en forma de lo que cruelmente antes se llamaba hijos ilegítimos».

De esa forma, el descubridor de la historia para Nadal es el que le acaba llevando hasta Mateu, el protagonista de El hijo del italiano: «Es el tercero de cinco hijos, su padre es un leñador que va muy poco por casa y cuando va pega a la mujer y los hijos y viven en la casa más miserable del pueblo. Trabaja como un loco desde pequeñito, con 10 años ya es botones en el balneario, con 11 tiene dos trabajos más complementarios y los comerciantes le persiguen para que pague las deudas de su padre y sus hermanos. Con 11 años es el único solvente y el único que ayuda a su madre que se pega el día trabajando. Cuando va por la calle, las viejas del pueblo cuchichean ‘mira qué espabilado nos ha salido el italiano’ y así es cuando él se da cuenta de que realmente es distinto».

CON UNA PELUQUERA / Mateu se acaba casando con una peluquera que llega al lugar, Neus, y ella es clave para descubrir quién es su padre: «Un día la mujer del barbero entra en la peluquería y le dice ‘¿te gustaría conocer al padre de tu marido?’ Saca una foto y es un equipo de fútbol de 11 italianos en Caldes de Malavella en 1944 y al ver la fotografía, Neus casi se desmaya porque el delantero centro de ese equipo de apuestos italianos es clavado a su marido», relata Rafel Nadal. Sin embargo, al enseñársela a Mateu este la rechaza y pide que devuelva la fotografía porque no quiere saber nada de ella. No es hasta la muerte de su madre cuando todo cambia. En su entierro, Mateu se acerca a su mujer y le cuchichea: «Cuando salgamos de aquí, me gustaría que recuperaras la foto porque muerta mi madre ya no le puedo ofender con mis preguntas y me gustaría encontrar a mi padre».

A partir de entonces, Mateu persigue «a un fantasma y meses después a través de una asociación italiana encuentra un señor de 95 años, capitán de la marina mercante que vive en Génova, cogen el coche, llaman a su puerta y cuando les abre le dice ‘Hola, vengo a preguntar si eres mi padre’… y no puedo contar más sin destripar la novela», asegura el escritor.

LOS OLVIDADOS / Y ahí es donde entra el buen hacer de Rafel Nadal a la hora de construir la novela: «A mí lo que más me interesa es la historia de las personas, que para mí no es pequeña sino grande porque la gente que tiene cara, ojos y una familia es la que mueve realmente todo y la que hace grande a la historia de los reyes, militares… Aunque luego todo se resuma en la vida de los poderosos», señala el escritor que en El hijo del italiano ahonda en la historia de los olvidados: «A mí me gusta mucho pensar en ellos y darle vueltas. Estas situaciones sacan lo mejor y lo peor de cada persona y por tanto es un material muy interesante que permite sacar el alma de los personajes, toman decisiones radicales y se transparentan aunque no quieran lo que te ayuda mucho a definir a los personajes. En cada familia hay una novela porque venimos de una preguerra difícil, una guerra cruel y una posguerra muy dolorosa que llevó a un crecimiento económico muy descontrolado que ha transformado nuestra sociedad y la gente ha tenido que asumir cambios muy trascendentes en su vida cada muy poco tiempo. Eso afecta mucho a los entornos personales y profesionales», concluye Rafel Nadal, que sigue con esta novela el camino emprendido en sus anteriores novelas, La maldición de los Palmisano y La señora Stendhal.