"El Nuevo Testamento según el Marqués de Sade" o un "hito "; la obra de "un maestro de la narración" o la de alguien "incapaz de pensar más allá de la lógica convencional de la narrativa cinematográfica"; "un espectáculo doloroso, descorazonador y deprimente" o "la película sobre Jesús para esta era". Como el Mar Rojo ante Moisés, la crítica se ha dividido ante La Pasión de Cristo .

Pocas películas recientes han creado tal polarización como el controvertido proyecto del que Mel Gibson es director, productor y guionista. Un gráfico repaso a las últimas 12 horas de Cristo, en latín y arameo con subtítulos en inglés, que ayer llegó a 2.800 cines de Estados Unidos.

No hay termino medio en las reseñas, como no existen pasajes sin sangre, tortura o dolor en las dos horas de película. Casi aparcada la controversia sobre el posible antisemitismo de la película, la denuncia imperante es el festín gore que se ha dado el prolífico australiano, cuyo gráfico retrato de 15 minutos de la agonía en la cruz contiene mucha más violencia que las escenas de Irreversible que hicieron de Gaspar Noé un maldito.

Uno de los adversarios más duros ha sido David Denby, de The New Yorker , que define La Pasión de Cristo como una cinta de "narrativa sorprendentemente violenta que corre el peligro de transformar el mensaje de amor de Cristo en uno de odio" y la define como "uno de los filmes más crueles de la historia del cine (...) La película que Gibson ha hecho desde su obsesión personal es un enfermizo viaje de muerte, golpes, sangre y agonía", concluye.

No mucho más benevolente ha sido A. O. Scott en The New York Times. "Esta película parece surgir antes desde el amor que desde la ira", escribía ayer en una reseña. Su conclusión es devastadora: "La Pasión nunca responde por qué se produjo el derramamiento de sangre. La Biblia sugiere que la historia acaba en perdón, pero tal final parece estar más allá de las capacidades imaginativas del señor Gibson".

Uno de los menos duros ha sido Todd McCarthy, que en Variety , ha destacado los logros cinematográficos. "Es la más pura definición del cine independiente" y obliga a "quitarse el sombrero", escribe.

De lo que no hay duda es de que La Pasión de Cristo es ya un fenómeno más allá de los pases organizados por las Iglesias. El éxito de la venta anticipada en cines comerciales hacía casi imposible encontrar entradas ayer. En Los Angeles, y frente a los que confirmaron que no es una obra apta para todos los estómagos, una pareja llegada desde Escocia salió del cine con su "fe renovada".