Hubo días en que los responsables del Teatro Arbolé no veían luz al final del túnel de la pandemia. Como les ocurrió a otras muchas compañías, la crisis sanitaria les dejó tan noqueados que incluso llegaron a dudar de su viabilidad futura. «Más de una vez pensamos que esto podía significar el punto y final a más de 40 años de historia; luego gracias a los ERTE y los créditos ICO hemos ido salvando los muebles y ahora nos esforzamos por ser optimistas», subraya el gerente de Arbolé, Esteban Villarocha.

Sus palabras dejan claro el fuerte impacto que ha supuesto para la cultura el coronavirus, que ha dejado temblando incluso a emblemas y proyectos tan consolidados como el suyo. No hay que olvidar que Arbolé es todo un referente del público infantil en Zaragoza y que en los últimos años también se ha convertido en un refugio de las producciones para adultos y jóvenes más audaces.

Con esta crisis no le ha quedado más remedio que seguir endeudándose. «Por suerte nos concedieron con relativa rapidez los créditos ICO, aunque esto supone llevar más peso en la mochila a partir de ahora», indica Villarrocha, que apunta que también han tenido que aplicar un ERTE para sus 15 trabajadores (artistas, técnicos o profesionales de sala).

Con todo, los responsables del teatro ubicado en el Parque del Agua se resisten a tirar la toalla y la próxima semana irán retomando «muy progresivamente» su actividad. Sus puertas no abrirán al público hasta el mes de septiembre, pero en los próximos días sus instalaciones ya comenzarán a acoger ensayos. «Queremos confiar en que saldremos de esta, pero todavía hay muchas incertidumbres», reconoce Villarrocha.

Por el momento, la compañía ya tiene fecha para su primera actuación: será el próximo 8 de agosto en Utebo, donde subirá a escena su 'Caín de Saramago': «Aunque muy poco a poco, vemos que empieza a haber algo de movimiento; algunos pueblos y semanas culturales comienzan a programar y eso nos da esperanzas».

Ahora, una de sus mayores preocupaciones es saber lo que sucederá con las visitas de los colegios, una actividad que supone en torno al 25% de sus ingresos. «Eso lo vemos con mucha inquietud; hemos hablado con los profesores y no saben ni como van a empezar las clases, así que como para saber si van a seguir visitándonos o no», lamenta Villarrocha.

Lo que tienen claro es que van adaptar escrupulosamente el teatro para que el público confíe y lo vea como un lugar seguro al cien por cien. «Ya estamos trabajando en el diseño de las entradas y salidas y en la limitación de los aforos», explica Villarrocha, que apunta que la sala tendrá el 70% de la capacidad anterior a la pandemia. Las medidas de prevención adquieren una importancia aún mayor en su caso, teniendo en cuenta que el 80% de sus espectáculos van dirigidos al público infantil.

La urgencia ahora pasa por que el ministerio y el Ejecutivo autonómico aprueben «cuanto antes» las ayudas estructurales al sector. «Hemos tenido bastantes reuniones con las administraciones y parece que la voluntad es buena, pero el apoyo se debe materializar de forma urgente porque las tensiones de liquidez son enormes y si no salen rápido muchas compañías se verán abocadas al cierre», asegura el gerente de Arbolé.

Por el momento, ellos no han perdido el tiempo y durante el estado de alarma han terminado de elaborar dos textos para futuras producciones: Los tres cerditos en la ciudad, de Iñaqui Juárez, una versión urbana del cuento tradicional que tan buenos resultados ha dado a la compañía aragonesa en estos últimos 15 años; y La Biblioteca Imaginaria, de Esteban Villarrocha, que cerrará la trilogía que se completa con Veoleo y Leocadia la Bibliotecaria, que ahonda en el mundo de los libros y la lectura. «Cuando las circunstancias lo permitan los llevaremos a escena, pero somos conscientes de que todo va a ir muy despacio», concluye Villarrocha.