La historia de Angela Baker, Tricia Stewart y nueve de sus amigas, señoras de la campiña inglesa con edad para mecer a unas nietas, es tan singular que ha merecido una película.

Desde la sede local del Instituto de la Mujer de la que formaban parte, lanzaron en abril de 1999 un calendario que, en lugar de reflejar las 12 iglesias más vistosas del condado de Yorkshire --la mojigata propuesta inicial de una del grupo--, mostraba sus imperfectos cuerpos desnudos.

El objetivo era recaudar fondos para la lucha contra la leucemia, enfermedad que acababa de matar al marido de Baker. "Nos propusimos llegar a reunir unas mil libras y llevamos ya casi un millón", explicó ayer en Barcelona Tricia Stewart, la impulsora de la atrevida idea. O sea, casi 1,5 millones de euros.

Querían llamar la atención de los diarios locales y acabaron apareciendo en todos los medios nacionales, tabloides incluidos. Y no sólo eso. Dado el éxito en Gran Bretaña, dieron el salto a EEUU. Aparecieron en The New York Times , el USA Today y en el talk show nocturno de Jay Leno.

SENTIDO DEL HUMOR

Su calendario --conviene mencionar que ninguna del grupo apareció retratada con sus partes íntimas al descubierto; siempre había algún objeto estratégicamente situado para cubrir los recovecos corporales más pudorosos-- acabó por vender más ejemplares que el de Cindy Crawford o el de Britney Spears.

Hasta que la industria cinematográfica llamó a su puerta. El resultado ha sido Las chicas del calendario , una suerte de versión femenina de Full monty que han protagonizado Helen Mirren (da vida a Stewart) y Julie Walters (interpreta a Baker), estrenada ayer en España.

"Estamos muy orgullosas de lo que hicimos, porque siempre concebimos la idea con sentido del humor", contó Tricia Stewart, más locuaz que Angela Baker, también presente en Barcelona. Las escoltaba Josep Carreras en su función de estandarte en la lucha contra la leucemia.

El ritmo bucólico de sus vidas campestres ha sido acelerado por la maquinaria mediática y cinematográfica. Siguen acudiendo una vez al mes a las reuniones de mujeres en su pueblo, pero tienen también obligaciones promocionales. Y cada año editan un nuevo calendario.

"Cuando empezamos --expuso Stewart-- puse mi número de teléfono en el calendario porque pensé que no pasaría de ser una cosa local. Durante meses, no paré de recibir llamadas".

Una de ellas procedió de la productora Suzanne Mackie, que leyó en un diario londinense la historia de las mujeres y se propuso trasladarla a la pantalla en clave de comedia. Convencer a las mujeres no resultó fácil, según reveló ayer la propia Mackie.

UNA GRAN DIGNIDAD

Necesitó varios meses de conversaciones. "Lo primero que me dijeron fue: ´¿Pero tú sabes por lo que estamos pasando? Sólo nos faltaría una película ahora´. Pero me conmovió su historia. El calendario era precioso y tenía una gran dignidad. Me di cuenta de que no podía ser una simple comedieta".