Lágrimas en el mundo del flamenco. Un infarto acabó en la medianoche del domingo con la vida del cantante José Ortega Heredia, más conocido como Manzanita, cuando éste se encontraba con su familia en su casa de la urbanización El Reloj de Alhaurín de la Torre (Málaga). Numerosos amigos y seguidores del artista pasaron ayer por la capilla ardiente instalada en su propio domicilio para darle un último adiós. La concentración de personas fue tal que la policía tuvo que cortar el tráfico en las calles cercanas para facilitar el acceso a la vivienda. El cantante será enterrado esta mañana en el cementerio de la citada localidad malagueña.

El cantante, de 48 años, empezó a sentirse mal poco después de cenar. Alertados por las voces procedentes de la vivienda, unos vecinos llamaron al servicio de emergencias sanitarias, pero ya nada se puso hacer por la vida de Manzanita. Junto a él se encontraban en ese momento su mujer y varios de sus siete hijos.

UN PIONERO

Pionero, junto a artistas como Lole y Manuel, de lo que se dio en llamar el nuevo flamenco, estilo que mezclaba el jondo con la música ligera, José Ortega nació en 1956 en Madrid, hijo de gitanos malagueños emigrantes y sobrino de Manolo Caracol.

Su apodo, Manzanita , le venía dado porque se ruborizaba por todo. Siendo todavía un niño, con nueve años, se subió por primera vez a un escenario para acompañar a la guitarra a su padre, Rafael Ortega, y apenas dos años después ya se iba de gira por medio mundo con Enrique Morente. Precisamente, Morente fue quien le descubrió la musicalidad de poetas como Federico García Lorca y Gustavo Adolfo Bécquer, a quienes puso música en numerosas ocasiones (Verde que te quiero verde fue uno de sus mayores éxitos).

En 1974, el cantante se dio a conocer con el grupo Los Chorbos, de estilo similar a Los Chichos, y tres años después se trasladó a Barcelona para iniciar su carrera en solitario apoyada en una voz que, como él mismo afirmaba, no era privilegiada pero tenía una gran personalidad.

Después de publicar el 1988 el disco Echando sentencias , el cantante fue abandonando poco a poco la música para dar prioridad a la fe. Entró a formar parte de la Iglesia Evangélica, en la que alcanzó el cargo de pastor, y se dedicó a la venta ambulante en mercadillos.

Apartado de los escenarios por motivos de salud --llegó a pesar 120 kilos--, sólo rompía su silencio a petición de sus amigos músicos para intervenir en actos benéficos, como la grabación de un disco junto a Chiquetete, Rocío Jurado y Joaquín Sabina para recaudar fondos para la protección de niños gitanos. Sus últimas actuaciones fueron para promocionar Gitano cubano , un disco grabado en el 2002 en el que aflamencó sones, guarachas y boleros.

Su muerte deja un hueco importante en el mundo del flamenco, en el que abrió no pocas puertas a jóvenes artistas. Juan Peña, El Lebrijano lamentaba ayer la muerte del artista, "el primer cantautor gitano", y recordaba el impacto que supuso su estilo al principio, así como la facilidad del cantante para adaptar al flamenco poesías y canciones de otros géneros. Su mayor éxito, de hecho, llegó con una adaptación de la popular pieza de Cecilia Un ramito de violetas .

La Junta de Andalucía le recordaba ayer "como uno de los artistas que hizo nacer la rumba en España" y "un flamenco por encima de todo".