Si, como dice el filósofo José Antonio Marina, no estamos en la era de Internet sino en la de "la violencia y la depresión", la sociedad va a necesitar manuales de instrucciones. Y especialmente los padres, educadores y los niños. Marina, que también ejerce de profesor de instituto, ha dado el primer paso en Aprender a vivir , (Editorial Ariel), en el que reflexiona sobre las razones de la crisis de la educación, de la transmisión de valores y de pautas de comportamiento en sociedad.

En este último ensayo, Marina sugiere dar a los jóvenes los recursos necesarios para construir una personalidad positiva y una vida digna y feliz. De lo contrario, afirma, "crearemos personalidades sin esqueleto, como amebas, que sólo dependen del medio ambiente". Como lema para este proceso, el pensador recurre a un proverbio africano: "Para educar a un niño se necesita a la tribu entera".

Marina, que fue galardonado con el Premio Nacional de Ensayo, es optimista pese a que sabe el círculo vicioso en el que se encuentra la educación en el mundo actual. Los padres delegan en la escuela, los profesores advierten de la responsabilidad de la familia, el niño pasa de los anteriores y los gobiernos hacen leyes que siempre llegan tarde. Esta dinámica se puede romper si "la sociedad recupere la función educativa" que tuvo, frente a actitudes individualistas que inhiben de actuar ante vejaciones o discriminaciones. Esta es la receta que da Marina para evitar casos como el de Jokin, el niño de Hondarribia acosado por algunos compañeros de colegio.

El autor de Aprender a vivir considera necesario dar recetas porque los niños de hoy se enfrentarán en el futuro a un mundo hostil, con pocas salidas laborales, en el que se agudizaran los conflictos personales y la violencia y las drogas serán las grandes tentaciones.