¿Nervioso? «Sí», contesta tajante Ignacio Estaregui una hora antes del preestreno que tuvo lugar ayer en el cine Palafox de la capital aragonesa de su última película, Miau, que llega el viernes a las salas de toda España (con alrededor de 45 copias). Y es que no solo es el director, también es el productor «y eso significa que hay un riesgo muy grande, así que hay nervios y preocupación». La película cuenta con medio millón de presupuesto. «Por desgracia en España está desapareciendo la clase media en el cine. Miau es una película independiente y hay que amortizarla con taquilla, con ventas, etc», explica.

A su lado, uno de los protagonistas, José Luis Gil -el cuarteto que realiza el atraco en la cinta lo completan Luisa Gavasa, Manuel Manquiña y Álvaro de Luna-, quién está, por el contrario, «tranquilo. No soy una persona que esté acostumbrada a ir de estrenos», asegura, y añade: «Eso no quiere decir que cuando empiece la película...» Gil tiene la sensación como en el teatro pero a la inversa, porque en el teatro «estás trabajando y luego llega este momento, en el que tu tienes que hacerlo; sin embargo aquí hemos estado trabajando haciéndolo al mismo tiempo. Ha pasado un año y lo que tengo ganas es de verla, me produce alegría y cosquilleo porque quiero verla». No son nervios «como los que tiene Ignacio sino curiosidad de ver si lo que queríamos hacer es lo que hemos hecho y me ha confirmado que sí».

Miau es una película que se define como la frase que aparece en el cartel: Róbale a la vida, que «es de lo que va, de sentirse vivos, que es lo que quieren los cuatro personajes, son mayores pero quieren ser parte activa de la sociedad», explica Estaregui, quien tiene claro que como su primera cinta, Justi&Cia, es una película que «navega entre dos géneros», la comedia y el drama. Es, según el realizador zaragozano «una comedia diferente, no de carcajada sino que tiene un poso que la hace más humana».

La película es la adaptación de la novela Hilo musical para una piscifactoría, de Juan Luis Saldaña. A Estaregui le «encantó» por la historia, el tono y los personajes, así que le dijo que quería «convertirla en película y me dijo: ‘haz lo que quieras’. José Luis Gil, sin embargo, la tiene pendiente, ya que leyó «el guion y me apetecía hacerla». Le preguntó al director si leerla le iba a aportar algo que no estuviera en el guion «y me dijo que no, así que la leeré ahora».

En la adaptación hay tres cambios importantes: el título, uno de los personajes que ahora es una mujer -«yo echaba en falta una presencia femenina», dice Estarequi- y el protagonista, Telmo, que en la novela no tiene nombre. «Es el que más sufre cambios porque es una amalgama de personajes que aparecen en la novela», señala Estaregui.

Para Gil, su personaje es «un ser entrañable, no de momentos brillantes si no de detalles, que vive su soledad con cierto equilibrio» hasta que sus amigos «van aparienciendo»; Eladia, que se preenta de improviso; y Manquiña, también, «que sale de la cárcel antes de lo previsto». Y este es el que les dice «vamos a la playa, vamos a hacer esto... y cuando quieren darse cuenta ya se han metido en un fregao... Mientras están pensando qué van a hacer resulta que ya lo han hecho y ya no hay vuelta atrás», explica Gil, a lo que Estaregui apunta: «Esa es la película».

Zaragoza es un personaje más de la novela y Estaregui quería un «protagonista de Zaragoza» y ahí estaba José Luis, que salió de la ciudad de niño. El director le preguntó: «¿Te dio el cierzo?» «Sí», contestó. Y ya tenía actor, pese a que le costó encajar el rodaje con la tele y el teatro, pero «ha sido un gusto ya hacerla, independientemente del resultado». «También fui a buscar a Luisa y ya fue más fácil subir al carro» a Manuel Manquiña y Álvaro de Luna, dice el realizador.

TRIBUTO A ZARAGOZA

La película está rodada en todos los barrios de Zaragoza y a Gil le ha servido para «patearla un poco más» y para «reafirmarme en lo bien que ha cambiado» la ciudad. A ahora «está bonita, de buen rollo». A Estaregui le ha encantado que «estando en Madrid me hayan preguntado por Pablo Gargallo, por el museo, por Kiki de Montparnase... yo soy muy de aquí».

Preguntados por el ambiente, el director lo define como «una maravilla» porque se «optimizaron los recursos». Gil lo corrobora: «empezamos el día que estaba previsto y acabamos igual, todo es mérito de la planificación, pensada y coherente». El actor recuerda el rodaje como algo «cordial», dedicados a «trabajar, trabajar y trabajar» con un equipo «joven y muy profesional». Y con los compañeros, ha sido «fantastico», dice con una sonrisa porque Manquiña «es como es, divertido; Luisa Gavasa es una gran profesional que te recuerda por qué te dedicas a esto, siempre con una sonrisa; y Álvaro, igual. Desde fuera, creo que hacíamos un grupo curioso». Estaregui recuerda «ese respeto que yo tenía hacia ellos se convirtió en mutuo cuando vieron que yo tenía todo muy claro». De hecho, concluye: «Yo firmaría todos los rodajes como el de Miau».