Dice Paco Ortega, que lo que ahora le pide el cuerpo es ser actor. Ya desarrolló esa faceta hace mucho tiempo, pero las vicisitudes del mundillo del teatro le llevaron a otros menesteres, como la dirección, la docencia en la Escuela Municipal de Teatro, la creación y administración de compañías propias -Nuevo Teatro de Aragón copó gran parte de su trayectoria--, o la gestión de proyectos públicos como el desaparecido Centro Dramático de Aragón o director artístico de la Expo 2008, entre otras muchas responsabilidades. Ahora, a pesar de su deseo, todavía no se ha lanzado a la interpretación «porque en esta ocasión me daba pánico dirigirme a mí mismo», cuenta.

En lo que sí debuta, a pesar de su larga trayectoria --ha adaptado obras, traducido, dirigido, ha escrito novelas...- es en la autoría. En la escritura de un montaje teatral propio. Y lo hace con No me jodas, por favor, un espectáculo que se estrena mañana, día 6, en el Teatro del Mercado. Y también con un nuevo proyecto, Teatro del Espejo.

«A pesar de todo lo que he hecho, me daba pudor escribir teatro, pero ya tengo mis añitos y tenía una extraña sensación de que era algo que debía hacer». También, en su momento podemos decir que renegó de encabezar proyectos escénicos «el Nuevo Teatro de Aragón fue para mí un momento extraordinario, la primera compañía profesional que se hacía en esta tierra, pero cuando entré en el Centro Dramático decidí que ya no quería ser empresario. No era lo mismo dedicarte a dirigir que compaginarlo con pedir subvenciones, etc. No quería ser empresario de un modelo como aquel. Pero al volver a la Escuela de Teatro sí me sentí con ganas de emprender proyectos a mi medida».

Y así, junto a su mujer, Isabel Rodríguez --que actúa en esta obra--, bailarina y coreógrafa impulsó la compañía Dama de noche, centrada en espectáculos de pequeño formato que entrelazan poesía, danza contemporánea y teatro. Con Roberto Millán --otro de los actores que participan en No me jodas, por favor-- se embarcó en Teatro Íntimo, «que se centra en producciones para poco público», y ahora, este Teatro del Espejo «que también son obras de pequeño formato para contar historias de nuestro tiempo». En definitiva, apunta, «tres caminos para los que para recorrerlos usamos tres autobusillos diferentes».

Y en No me jodas, por favor, que admite Ortega «al ser mi primer texto, tendrá todos los errores de un autor novel», pero también todas las virtudes de una trayectoria tan suculenta, el actor, director, gestor y ahora autor ha volcado su crítica y su creatividad en aquellas personas o cuestiones «que te impiden ser feliz, que no te dejan respirar, disfrutar y sentirte vivo». Son a veces pequeñas cosas que, por la reiteración, se hacen insoportables, «como los ruidos de la vecina, las personas que te dan la brasa, pero sobre todo me molestan los apocalípticos, los que todo lo ven negativo...»

COTIDIANAS E INVEROSÍMILES / Y así, el montaje se estructura en 17 escenas en las que los cuatro actores --Belén Mirabal, Isabel Rodríguez, Roberto Millán e Yván Miguel-- interpretan cada uno siete u ocho personajes para recrear desde situaciones cotidianas con la televisón, los móviles y las nuevas tecnologías como creadores de ese ruido ambiental que aíslan la comunicación entre las personas, a «situaciones inverosímiles, como una conversación entre Lola Flores y Luis XIV, o la de un biógrafo con su biografiado muerto que lo llama para decirle que no fue así como tú recuerdas lo que estás contando».

Y cómo acabar con estas intromisiones en la felicidad o en el desarrollo de una vida apacible. Ortega dice que no tiene la solución. «A veces creo que mataría a mi vecina --dice con sorna--, pero realmente es difícil y la solución está en uno mismo, es escuchar conciertos, leer más, tratar de ser mejores y progresar en la vida con el trabajo diario y no con la trampa, no sé...», concluye.

El montaje, además de los actores, cuenta con la música de Gérard Maimone, autor de las bandas sonoras de algunas de las películas más destacadas de la última filmografía francesa.