El Museo de Huesca acoge desde ayer la muestra Labitolosa. Una ciudad romana en el Pirineo oscense, una exposición que pretende reivindicar la importancia de Labitolosa como el gran conjunto romano del Alto Aragón y uno de los más destacados de la comunidad, cuyo nombre se halla presente en la literatura arqueológica de todo el mundo gracias a la importancia de los descubrimientos llevados a cabo tras más de 25 años de trabajos arqueológicos. Al mismo tiempo, la muestra reivindica también el papel de la arqueología en el proceso de construcción del conocimiento histórico, sobre todo en el caso de Labitolosa, gracias al buen estado de conservación de sus vestigios.

Esta exposición recoge una selección de los materiales más destacados localizados durante más de dos décadas de trabajo arqueológico e histórico en este yacimiento altoaragonés, labores que han permitido reconstruir no solo el pasado de la ciudad romana de Labitolosa, sino también integrar el de estas tierras centrales del Prepirineo y Pirineo en el ámbito de la Historia Antigua de la provincia Hispania Citerior Tarraconense.

El Museo de Huesca ha desarrollado este proyecto a partir de las investigaciones realizadas desde el año 1991, con piezas que han sido restauradas y documentadas por el propio equipo del museo, con las que se consigue mostrar en torno a 190 obras procedentes del yacimiento. Así mismo, la muestra cuenta con la colaboración del Museo de Zaragoza, que ha prestado una de las lápidas procedentes de la Curia para su exhibición en Huesca.

De este modo, el museo continúa con una de sus líneas de trabajo, el mostrar al público las colecciones que no pueden verse completas en la exposición permanente, ya que el centro ofrece en el recorrido por sus salas una visión global acerca de los hallazgos y de la arqueología de la provincia, dedicando exposiciones temporales con ejes temáticos en torno a yacimientos de vital importancia para el conocimiento de nuestro pasado.

La muestra está dividida en varios ámbitos que se distribuyen en los tres espacios del Palacio Medieval. En estos ámbitos se puede ver cómo decoraban las paredes de sus casas, cómo jugaban, cómo construían, cómo se aseaban, cómo se relacionaban, cómo trabajaban y muchos otros aspectos que da a conocer la rica cultura material hallada en el yacimiento, que junto con los vestigios conservados proporcionan una completa visión del modus vivendi de de esta ciudad.