Con la sesión de hoy culmina el Ciclo de Introducción a la Música de las mañanas dominicales. Para tal menester, será la Novena Sinfonía de Beethoven (cuya partitura original, conservada en la Biblioteca Estatal de Berlín, ha sido inscrita por la Unesco en la llamada Memoria del Mundo como Patrimonio de la Humanidad) la encargada de poner el broche de oro al programa.

Calificada como una gran catedral de notas que llena el espacio de perfección y fuerza , esta última sinfonía de Beethoven estrenada en Viena en 1824, llega al auditorio acompañada de la Obertura Leonora III del mismo autor, de la mano de la Orquesta, Coro y Solistas de Saratov.

Esta orquesta rusa fundada en la primera mitad del siglo XX por el maestro M. V. Shkolnikov, y por cuya tarima han pasado directores de la talla de Rostropovich está actualmente dirigida por el maestro Eduard Serov, ganador del prestigioso concurso internacional Fundación Herbert von Karajan .

Para el concierto del domingo llega al frente de la orquesta el compositor y director ruso Arkadi Feldman. Como autor cuenta con una vasta producción en el campo coral, sinfónico, de cámara, escénico y de música para niños. Es director titular y fundador de la Orquesta Nacional Rusa de Kaliningrado.

Junto a la Novena de Beethoven, cuyo Canto a la Libertad de Schiller en su cuarto movimiento es desde 1972 himno de la Comunidad Europea, se interpretará la Obertura Leonora III correspondiente al Fidelio , la única ópera del autor de Bonn, escrita entre 1803 y 1805, en la época de la Tercera Sinfonía.

El genial compositor Ludwig Van Beethoven se interesó por el libreto en francés de Jean-Nicolás Bouilly, musicalizado en 1789 por Pierre Gaveaux para la ópera titulada Leonora o el amor conyugal . La ópera de Beethoven fue estrenada en 1805, aunque se le impuso el cambio de nombre: Fidelio o el amor conyugal , para que no se confundiese con la existente.

El fracaso del Fidelio fue rotundo y sólo tuvo tres representaciones. Las audiencias estaban formadas mayoritariamente por soldados franceses, entonces ocupantes de Viena, que no entendían el alemán. Para reflotar la obra se pidió a Beethoven un replanteamiento total. De ahí los números dos y tres de Leonora.