Los talleres de Martín Gómez, en Zaragoza, trabajaron durante los años de la Guerra Civil muy estrechamente con el ejército, reparándose "muchos de los vehículos que Natalio Horcajo se encarga de mantener en su puesto del servicio automovilístico militar", afirma el autor. La amistad se acrecienta, y el primero le habla de la conveniencia "de fabricar un coche sencillo y económico, necesario cuando cesen las hostilidades". Tras varias peripecias, se trabaja en unas naves de Compromiso de Caspe, con la asistencia de talleres militares. En octubre de 1939 se presentan dos unidades del Nacional G en el Gran Hotel de Zaragoza (La imagen que mostramos corresponde al spider ). Posteriormente, se desplazaron a Madrid para mostrar los automóviles al mismo Franco, "quien se mostró vivamente interesado y ordenó una subvención de 250.000 pesetas para continuar el proyecto".

Pero, pese a todo, desde las altas esferas del Ministerio de Industria se abortó la incipiente trayectoria, se paralizó el proyecto. Uno de los prototipos, explica Miguel Pascual, logró salvarse. La matriculación Z-8.096, se efectuó el 31 de octubre de 1945, a nombre de Luis Pardo Canalís (nº 2 de la calle Alfonso).

Al coche se le perdió la pista a mediados de los años 50, pero casi cuarenta años después reapareció este vehículo en una auto-escuela de Cádiz, con varias modificaciones frente al prototipo inicial.