Los neones de la Zaragoza de finales de los años 60 y los 70, junto a una visión artística de la realidad erótico-pornográfica iluminan los antiguos depósitos municipales del Parque Pignatelli, un espacio que felizmente vuelve a recuperarse para la cultura gracias al programa ´En la Frontera .

Si el acceso al recinto ya es como un viaje en el tiempo, el gran cartel de los antiguos almacenes Sepu que preside la entrada a la exposición Zaragoza de Luxe es todo un shock para el visitante, que se ve transportado a una pasado reciente "pero que la gente tiende a olvidar posiblemente por mala conciencia", dicen los autores de la muestra, Fernando Laguna y Juan Antonio Molina. Mala conciencia ¿por qué?. "Porque es como si se sintieran culpables de una estética que nos encanta, pero a quien estuvo involucrado en ella la ve trasnochada", dicen.

Y así encontramos objetos variopintos como los muñecos de una tarta de boda, souvenirs de lo más cutre y llevados a la exageración, como una gran televisión con aquellas diapositivas de la ciudad; pero también carteles de Don Julio , que llegaba con sus rebajas a los almacenes Gay y regalaba un Mini . Coche que, por cierto, también está ahí. Rótulos psicotrópicos como los tilda Mariano Gistaín en el texto de bienvenida, carteles extravagantes y curiosos como los de Pekike, el bar La Croqueta, el Fujiyama, o las discotecas de la época. No falta la música discotequera, secadores de peluquería con música, anuncios de Duralex, o aquel mobiliario chic que tanto juego dio en las casas de familias como la popular Alcántara de la serie Cuéntame .

¡Ah!, sin olvidar arquitecturas enloquecidas, como la de la iglesia de Santa Mónica, junto a La Romareda, "inspirada en los ovnis, tan de moda entonces, y en lo que se llamó Casa Futuro, un proyecto de viviendas trasladables, de plástico, que se vino abajo por la crisis del petróleo, explican los autores. Y la maqueta de la iglesia aparece así en un paisaje lunar rodeada de platillos volantes. Delirante, pero real.

Pero sólo hace falta dar un paso, otro salto en el tiempo, para entrar en otra muestra, Erotomía , en la que más de una veintena de autores aportan sus obras para dar una visión genérica del erotismo y la pornografía, desde lo sutil y conceptual a lo más evidente y obvio. De fotografías artísticamente impecables a vibradores y otros objetos porno ; desde esculturas en situaciones sugerentes, a fellatios pintadas o fotografiadas; de una maleta con ropa íntima y preservativos a una portada de Playboy con una Virgen María con un pecho al aire; de un vídeo en el que se ve rasurar el vello púbico de una mujer a un pornomatón donde los retratos salen con una sospechosa luz roja propia de los burdeles.

Dos muestras, en definitiva singulares y muy divertidas que, sin embargo, como apuntaba la teniente de alcalde Rosa Borraz "por el concepto urbano de una y la relación del cuerpo y la plástica, en la otra, son claros exponentes de la historia del arte del siglo XX".