El cine español cogió las maletas para celebrar este año la ceremonia de los Goya en la ciudad de Sevilla. La 33ª edición de los Premios de la Academia tuvo lugar anoche en el Palacio de Congresos y Exposiciones, donde se congregó buena parte del star stystem nacional, incluida una buena representación de la industria cinematográfica andaluza, que defendió la descentralización de unos galardones que llevaban años establecidos en Madrid.

Mientras a las puertas del recinto donde tenía lugar el evento se escuchaban los gritos de centenares de sevillanos que reclamaban tener una participación más activa al son de «Abrid la valla, el cine es de todos» y «la organización es un mojón», en el interior las estrellas de cine desfilaban por la alfombra roja en el característico espectáculo de flashes y fotos en el que nadie se libra de un análisis minucioso de su estilismo.

Si el año pasado fue la gala de las mujeres y los abanicos rojos con el lema #masmujeres, en esta ocasión, los asistentes posaron con el mismo símbolo reivindicativo para denunciar la angustiosa realidad de las mujeres asesinadas por violencia machista a través del hashtag #niunamenos.

Fue el 2018 un año en el que el cine español se mojó a la hora de tratar temas como la homofobia, la exclusión, la corrupción o la discriminación racial. Pedro Almodóvar, al llegar a la alfombra, denunciaba la falta de proyecto social del país. «Creo que a los políticos no les importa el cine», manifestó. Los integrantes de la clase política que acudieron a la ceremonia fueron el presidente del PP, Pablo Casado; el secretario General de Podemos, Pablo Echenique, y el líder de Izquierda Unida, Alberto Garzón. Pedro Sánchez, asiduo a esta cita durante los años que estuvo en la oposición, dejó solo al ministro de Cultura, José Guirao, como representante del Gobierno.

Los maestros de ceremonia, Silvia Abril y Andreu Buenfuente se compenetraron a la perfección en su discurso de apertura en el que casi nadie se libró, ni Pedro Sánchez, ni Carles Puigdemont, ni Venezuela, ni los límites del humor (el gag con Echenique fue el más arriesgado: «Su vida es muy cinematográfica, porque va en travelling»), ni la lucha feminista, que se convirtió en uno de los temas de la noche, sobre todo cuando Eva Llorach, ganadora del Goya a la Mejor Actriz Revelación por Quién te cantará, puso a todas las actrices en pie para compartir con ellas el premio «a lo Frances McDormand». «El cine puede cambiar las cosas y a través de él, hacer un mundo más igualitario y justo», dijo.

Carolina Yuste, mejor actriz secundaria por Carmen y Lola, hizo referencia a la importancia de que las mujeres se pongan detrás de la cámara: «Cuando se nos da voz, salen películas así de importantes que nos hacen pensar». Roberto Fernández, Goya al Mejor Sonido por El reino, basó en la conciliación laboral su discurso tras haber sido padre de mellizos y tener que compaginar el trabajo con su cuidado: «Tenemos un reto como sociedad si queremos tener un futuro mejor».

Fue también la noche de los Campeones. Jesús Vidal consiguió poner al auditorio en pie gracias a su emotivo discurso: «Queridos académicos, habéis premiado a un actor con discapacidad, ustedes no saben lo que han hecho. Me vienen a la cabeza tres palabras: inclusión, diversidad y visibilidad».

«Sabéis que soy breve», así comenzó speech de presentación del Premio al Mejor Cortometraje Màxim Huerta, desaparecido de la vida pública tras pasar tan solo una semana al frente de la cartera de Cultura. «¡Viva la ironía, viva la cultura y viva el cine!», dijo con sarcasmo el escritor.

En el apartado de actuaciones brilló Rosalía cantando, sin música, a cappella y con un coro el tema Me quedo contigo, de Los Chunguitos, que popularizó la película de Carlos Saura, Deprisa, deprisa.