José María Pérez Peridis lleva la Historia en la sangre. Desde que su padre construyó la vivienda familiar junto a las entonces ruinas del monasterio de Santa María en Aguilar de Campoo. Ruinas que se convirtieron en "el mejor juguete para un niño". Años después se hizo arquitecto y, al mismo tiempo, decidió crear una fundación para volver a poner en pie aquel convento que rezumaba historia y leyendas. Desde entonces ha dedicado su vida a la recuperación del patrimonio, sobre todo del románico, y su difusión con libros o a través del programa de televisión Las claves del románico. Pero también se ha dedicado a dibujar tiras cómicas, en las que pinta con ironía y saca punta a la realidad política y social.

Todas estas facetas han confluido a la hora de lanzarse por primera vez a escribir una novela, Esperando al rey (Espasa), con la que ganó el Premio de Novela Histórica Alfonso X el Sabio, "todo un empujón para continuar en esta nueva profesión que he adquirido con 70 años" y que le permitirá seguir con su gran objetivo de siempre, dar a conocer el patrimonio y la historia "pero ahora, dando voz a las personas que la construyeron".

Después de la serie

"Cuando acabó la serie de televisión por falta de presupuesto, me planteé que podía contar la vida de los personajes de aquella época, cómo actuaban, qué pensaban aquellos a los que les debemos tanto, desde el idioma a los monumentos, pero haciendo hincapié no solo en los nobles y los reyes, sino en otros que no han tenido tanto tratamiento y fundamentalmente las mujeres y los canteros, los artistas", cuenta Peridis.

Así, Esperando al rey mezcla las intrigas palaciegas y la lucha por el poder entre las grandes familias y en las cortes de los reinos hispanos del siglo XII (después de que Alfonso VII el Emperador repartiese sus reinos entre sus hijos Sancho --que heredará Castilla-- y Fernando --que ceñirá la corona de León--) con la vida cotidiana del campesinado o los artesanos y encargados de los grandes proyectos de la época, como el maestro Mateo (autor del Pórtico de la gloria en Santiago). Pero también de mujeres como Teresa, la protagonista, hija de un noble gallego o Raquel, una hermosa judía amante del rey Alfonso... "Quería mostrar lo importante que era la mujer y cuál eran sus funciones, tenían hijos, lavaban la ropa, tejían, bordaban, iban al campo, esperaban al hombre de la guerra; vivían como hoy lo hace una mujer en África, pero en otro estadio, nobleza y realeza, también eran el cuerpo diplomático de la época ya que las bodas de las infantas era la forma de firmar paces entre reinos".

Los otros protagonistas son los canteros y los arquitectos y escultores como Mateo "que construyeron todas esas obras maravillosas que hoy jalonan el paisaje, y que aunque es cierto que lo hacían por un sueldo y construían lo que decían los nobles y la iglesia, ellos ya eran conscientes del valor de su arte y lo hacían con intención de trascender", cuenta el autor, quien señala que su intención ha sido "dar vida a todas aquellas gentes, meterme en su pellejo y hacerles hablar para explicar por qué se hacía un monumento en ese sitio, en ese momento y por qué se encargaba a una u otra persona".

Y es aquí, en la construcción de todo el entramado de la novela, donde el arquitecto, experto en patrimonio y dibujante de tiras cómicas José María Pérez Peridis ha tenido que volcar todo su bagaje personal: "El amor al patrimonio, por supuesto, pero si no hubiese sido arquitecto y humorista este libro no hubiese sido posible. Ser arquitecto me ha servido para estructurar los cimientos de la novela, que es la historia, pero los pilares son los protagonistas que van alcanzando a través de una escalera las distintas plantas del edificio y dándole forma, es decir tejiendo lo que les sucede a estos personajes. Luego otros personajes configuran la fachada y los exteriores", asegura. Y la importancia de su faceta como dibujante de tiras en el diario El País no es menor, "pues en ellas he hablado de Felipe González o de Rajoy, de las personas que mandan y también de las luchas por el poder; todo ello, que hago a diario, me ha servido para construir personajes creíbles y sólidos en la novela", cuenta; y queda el humor, "que subyace en toda la obra, pero sobre todo en los personajes eclesiásticos, que miran con ironía los avatares de la sociedad, lo ven todo por encima e incluso pueden excomulgar a reyes". Y asevera, "podría decirse que en las tiras escribo dibujando y en la novela he dibujado escribiendo", dice

La vida sigue igual

Y es que hoy, mantiene Peridis, no hemos cambiado tanto: "Las regiones siguen a la greña, los fundamentalismos se expanden a marchas forzadas, las intrigas por lograr posiciones siguen siendo algo inherente al poder y la iglesia sigue comportándose igual que entonces, es la diplomacia vaticana, nadar y guardar la ropa, ni decir sí, ni decir no, y decir no a fuerza de decir no decir sí".

En definitiva, como bien apunta el autor de la obra "para lo malo y también para lo bueno (ahí se fraguaron las primeras ciudades, las catedrales, los fueros, las cortes...) venimos de aquellas aventuras, por eso es importante tratar de comprender a aquellas gentes y mirarnos en su espejo pues es como una mirada al álbum de familia, es una foto de cuando éramos niños como sociedad", concluye.