Los colores «vivos y fuertes», la geometría y las líneas rectas han tomado las salas Goya y Saura del Paraninfo de la Universidad de Zaragoza. El pintor zaragozano Enrique Larroy ha inaugurado el jueves su exposición Reincidente, una muestra compuesta por 80 obras en la que «el juego, el desconcierto y el azar» se hilvanan entre sí. «Mi obra es un juego y una apuesta por no perder lo espontáneo», aseguró Larroy en la presentación de la exposición, que estará en el Paraninfo hasta el 18 de abril. En efecto, el pintor ha concebido gran parte de su obra y esta muestra, en la que imperan las composiciones geométricas y los colores vibrantes, «como un juego». De hecho, el artista se ha permitido incluso «esconder» una de las piezas en la sala Goya.

Planteada para que el espectador disfrute («mi obra suele gustara a los niños», dijo), la exposición reúne diez series, muchas de ellas reincidentes en el color y en sus piezas anteriores. Cintas de carrocero, restos de periódicos o materiales de impresión que adquieren otra vida. El pintor «autodidacta» se ha valido de todos estos desechos para crear una exposición luminosa y potente en la que algunos de sus cuadros llevan a la abstracción. «Suelo poner título a mis cuadros, pero prefiero que cada uno saque su propio significado», aseguró.

Así, por ejemplo, en la serie Pantallas de camuflaje realiza su obra sobre antiguas placas industriales de serigrafía que ha salvado del desguace y en las que tapa los nombres y los anuncios de sus dueños anteriores. Una muestra más de que el «rigor» en su trabajo queda «casi camuflado».

Además de por crear piezas a partir de otras anteriores o mediante la reutilización de algunos de los elementos constructivos empleados previamente, el nombre de la muestra alude también a esa revisión de obras del pasado, ya que Larroy retoma piezas hasta de los años 70. «Los artistas reconvertimos siempre nuestra obra, hay una reiteración formal», explicó el pintor, que ha estado becado en la Casa de Velázquez y en la Academia Española de Roma.

TAMBIÉN FOTOGRAFÍAS / Por primera vez en su trayectoria, Larroy exhibe una composición de fotografías que reproducen imágenes de una caseta de campo inacabada. «Los planos superpuestos, esos huecos que aparecen en estas fotografías, son una de las bases de mi obra», destacó Larroy, que reconoció que muchas de sus obras parten de la arquitectura, de planos de casas que sugieren «una ordenación».

En la sala Saura destaca la serie Insistentemente mareados, 07, un monumental conjunto de 19 piezas que ocupa dos paredes contiguas y que tuvo su origen en un tríptico al que le ha ido añadiendo partes y en el que se combinan impresiones digitales, dibujos de espirales, lunares o líneas rectas.

En la presentación, la vicerrectora de Cultura de la Universidad de Zaragoza, Yolanda Polo, subrayó que en la exposición el pintor exhibe «su sentido del color y su inclinación a la simetría». Además, explicó que, en un primer momento, Larroy había intentado hacer una muestra más innovadora, como «un laberinto de espejos», pero que finalmente apostó por una exposición «más clásica» en la que, eso sí, «el color vibra».

Preguntado por sus referentes y pintores que le han influido, el zaragozano destacó el arte cinético y nombró autores como Alejandro Otero, Andrea Pérez, Frank Stella o Helen Frankenthaler. «Por supuesto, también me gustan muchos otros pintores, y algunos no tienen nada que ver conmigo», indicó

El catálogo que acompaña a la muestra reproduce toda la obra expuesta, además del montaje de las salas, e incluye textos del autor y de los investigadores Pablo Llorca y Alicia Murría. La exposición individual podrá visitarse hasta el 18 de abril y la entrada es gratuita.