El pintor y ceramista Andrés Galdeano falleció ayer en Zaragoza y será inhumado a las 12.30 horas de hoy en el cementerio de Torrero. Su cuerpo fue hallado sin vida en su estudio. De formación autodidacta, Andrés Sánchez Sanz de Galdeano (Arcos de la Frontera, Cádiz, 1939), se inició muy joven en la pintura y en 1959, decidió instalarse en Zaragoza, decantándose por la cerámica. Ha sido artífice de muchos murales, como los del Edificio Campsa en Madrid y los de la CAI en Zaragoza, aunque el más conocido es el gigantesco que figuraba en la estación del Portillo de Zaragoza, formando un conjunto con otros cuatro. En sucesivas ocasiones, Galdeano manifestó que su obra no encerraba significado alguno y que, por lo tanto, no debía ser enjuiciada más que como una plasmación espontánea y anónima del estado anímico de alguien que trataba de combinar armónicamente forma y color. Al valor pictórico de sus piezas de aquel momento, unía Galdeano una confrontación de texturas muy diversas para que sus relieves fuesen tremendamente dinámicos.

Este artista, que siempre circuló a contracorriente, fundó y dirigió de 1966 a 1971 la galería Galdeano, en la calle Santa Isabel. En ella expuso José Manuel Broto su primera individual en 1967. Galdeano manifestaba que la curiosidad y la interrogación eran las fuentes de la creatividad, que él trabajaba para sobrevivir, no para enriquecerse y que el triunfo es estar de acuerdo con uno mismo: nada que ver con lo que llaman éxito. Tras el desmantelamiento de la estación del Portillo, Andrés Galdeano inició un litigio con Renfe sobre el traslado de su obra.