El Quijote que Fernando Fernán Gómez inició ayer su andadura con notable éxito en el Teatro Principal de Zaragoza. Morir cuerdo y vivir loco fue despedida con una cerrada ovación y con la idea de estar ante una superproducción escénica pocas veces vista en el teatro aragonés y que, una vez rodada, puede dar grandes satisfacciones.

Y es que en la tercera producción del Centro Dramático de Aragón, que en este caso ha realizado en colaboración con el Centro Dramático Nacional, se nota precisamente el alarde escenográfico y de vestuario que permite una realización de este calado y que da porte a un gran texto y una más que correcta interpretación de los actores, entre los que destacó el protagonista, un magnífico Quijote, Ramón Barea.

Era noche de estreno y por este motivo el Principal registró un lleno casi total. Las gentes del teatro aragonés no quisieron perderse la actuación de sus paisanos --18 de los 20 actores son de la tierra--; pero tampoco faltaron los responsables políticos de la criatura , como la consejera de Cultura, Eva Almunia, o el impulsor, en la pasada legislatura, del Centro Dramático de Aragón, Javier Callizo.

En realidad, la obra no dejó a nadie indiferente. Tuvo sus críticos, sobre todo al considerar que un Quijote del siglo XXI debía incorporar elementos más contemporáneos. Pero precisamente esta ausencia de modernidad fue lo que encandiló a otros, más amantes del teatro clásico, que encontraron la mano maestra de un autor, Fernán Gómez, que demuestra conocer tanto la obra como el lenguaje cervantino a la perfección y recrea diálogos muy acordes con la obra original del manco de Lepanto. O una escenografía que, aunque con medios técnicos actuales y pleno de colorido, mantiene un sabor añejo en su sencillez.

Otro aspecto a destacar es la presencia en una obra de este calibre de un elenco formado en su práctica totalidad por una nutrida representación de los mejores actores aragoneses. Sólo Ramón Barea --que ya se ha dicho que borda a Don Quijote--, y Enrique Menéndez --un Sancho al que quizá se le fuerza un poco a sacar su parte más humorística-- son aportaciones nacionales .

Y es destacable porque la obra, tras concluir su periplo en Zaragoza el próximo domingo, se estrenará después en el Teatro María Guerrero de Madrid, donde estará del 27 de hasta el 15 de abril, y podrá verse en otros teatros de España, por lo que se presenta como un gran escaparate de la escena aragonesa en el panorama nacional.