Cuando pensamos en un arquitecto restaurador nos viene a la mente el estereotipo de una persona con un conocimiento profundo de la historia y los procesos restauradores, rodeada de planos medidos al milímetro y con una propuesta de trabajo escrupulosamente organizada y medida. Sin embargo, a veces la realidad nos sorprende. Y precisamente es lo que pasó con la rehabilitación del Palacio Arzobispal iniciado en 2005 y que se caracterizó por avanzar gracias a las sorpresas que se encontraban por el camino.

El descubrimiento del torreón, hecho de mampostería y ladrillo y núcleo originario del Palacio Arzobispal, es un ejemplo de ello. La peculiaridad de esta torre es que no se percibe desde el exterior del edificio e incluso es difícil hacerlo una vez dentro si nadie lo descubre porque está adosada a las estancias contiguas cuyas construcciones se llevaron a cabo en las posteriores ampliaciones del palacio. Por ello, el Museo Diocesano de Zaragoza abre las puertas de la casa del arzobispo para hacer llegar al público el relato histórico del edificio a través de visitas explicativas que se acompañan de teatro y que realizan Gozarte.

El descubrimiento de este torreón "fue una sorpresa y una locura absoluta para los restauradores", relata Maribel Estébaz. Todos desconocían que la antigua torre, que le da Alfonso I El Batallador al primer obispo Pedro de Librana para que se construya su primera residencia, iba a aparecer por sorpresa en los procesos de construcción del Museo Diocesano de Zaragoza y el público ha tenido acceso a ella desde hace solo dos años. El núcleo originario del palacio fue creciendo sobre el torreón, ya que se fueron adosando unos a otros y se construyó una galería que se mandó realizar para unir el palacio episcopal con la diputación del reino. Todo ello se descubrió también con las obras del museo.

Pero no es la única sorpresa que se encontró durante la rehabilitación. La capilla del siglo XV, que se realizó para un arzobispo de zaragoza tampoco se sabía que existía. Además de este hallazgo, en la parte posterior de la capilla se encontró una portada gótica "incluso con restos de policromía", explica Estébaz.

UN ESCUSADO DE LUJO De la misma fecha que las pinturas renacentistas de Felipe II que se alojan en una estancia contigua a la terraza, que ofrece vistas de los ábsides de la Seo, es una capilla diminuta que mandó construir el arzobispo zaragozano Andrés Santos, que "es, precisamente, quien casa a la hija de Felipe II y con quien mantiene una estrecha amistad", recuerda Estébaz.

Hasta hace poco tiempo, nadie sabía cuál era su uso ya que es una capilla de escasas dimensiones ubicada en un rincón del palacio. Es por eso que cuando el Papa Juan Pablo II visitó Zaragoza en 2011, fue en ese espacio donde le colocaron el aseo. Fue después cuando se encontraron las pinturas del techo de la capilla con el escudo del arzobispo Andrés Santos.

Estas y otras curiosidades que ilustran también la vida del palacio a lo largo del tiempo, son contadas en las visitas teatralizadas que se realizan en el Palacio Arzobispal. Se llevan realizando dos años, desde que se inauguró el Museo Diocesano y "dado el éxito, se siguió haciendo" declara Maribel Estébaz y recuerda que "la novedad de este año es que se puede visitar la terraza y las pinturas renacentistas por primera vez". En las visitas guiadas se va relatando cómo va creciendo poco a poco el edificio. Un guía va explicando la historia y por el camino los visitantes se van encontrando algunos personajes que "son reales y otros bien pudieron serlo", cuenta Estébaz. Y añade: "se trata de hacer un viaje en el tiempo en el que te encuentres personajes que de algún modo te den su propio punto de vista, que te cuenten su historia propia".

DOCUMENTACIÓN Los paseos se preparan con documentación que sirve para dar entidad real a un personaje y a veces es lo que cuentan lo que lo hace perfectamente reconocible. La empresa Gozarte, según declara la responsable de las visitas guiadas, muchas veces trabaja con tesis doctorales y con información de pleitos que dan mucha información para documentar las visitas. "Los juicios de la Inquisición son sobre todo muy útiles", reconoce Estébaz. Uno de los personajes que aparecen en la visita teatralizada al Palacio Arzobispal es un criado que llega con las tropas de Alfonso I, con las tropas de Gastón de Bearne y cuando llega a Zaragoza se coloca al servicio de Pedro de Librana.