En la Nueva York de 1961, justo antes de que, gracias a la eclosión de Bob Dylan, a la gente empezara a importarle más que un comino el folk, quienes creaban esa música podían llevar vidas precarias si tenían suerte. Llewyn Davis, protagonista de la nueva y extraordinaria película de Joel y Ethan Coen, no tiene suerte. Pasa las noches durmiendo en los sofás y saqueando neveras de sus conocidos; durante el día da tumbos con su guitarra por las calles, tratando de lidiar con el desastre de su vida y su estancada carrera, que agrava con su tendencia a cabrear a quien le ofrece una mano. Arrogante y resentido con un mundo que no reconoce su talento ---y lo tiene de sobra, lo que hace su derrota aún más triste--, Davis se cree demasiado bueno para los consejos ajenos y para el mundo en general, aunque luego se pase por el forro sus principios artísticos cuando realmente necesita el dinero.

En otras palabras, ¿conoce usted la romántica fantasía que Robert Zimmerman y su chica representan en la portada de The Freewheelin' Bob Dylan (1963)? Pues A propósito de Llewyn Davis, que esta semana ha llegado a los cines españoles, es la cruda realidad.

UNA PATADA EN EL TRASERO

El fracaso del joven Llewyn nos recuerda una corriente que circula por todas las películas de los hermanos Coen: la idea de que, incluso si uno posee buena voluntad o una razonable dosis de decencia, la vida le dará una patada en el trasero, y que cualquier reacción al respecto solo empeorará las cosas para todo el mundo.

El personaje de Llewyn Davis podría ser facilmente sobrino lejano de aquel dramaturgo seducido por Hollywood que John Turturro encarnaba en Barton Fink (1991), o el fumeta renegado Jeff Lebowski: un perdedor con todas las de la ley, probablemente estúpido. Por eso ver las películas de los hermanos Joel y Ethan Coen resultaría ciertamente deprimente de no ser por su habilidad para convertir esas vidas perras en sátira e hilaridad.

Sí, los hermanos Coen suelen ser brutales con los protagonistas de sus historias. Les hacen pasar toda la película esquivando minas antipersona solo para acabar partiéndose la crisma por culpa de una simple piel de plátano.

En su cine, la humillación y el dolor son nutriente dramático no adulterado a base de cucharadas de redención, y eso, para aquellos que consideran que el arte debería enriquecer nuestra capacidad para la empatía, es malo.

BUSCANDO RESPUESTAS

Pero la vida es muy perra. Los personajes de los Coen buscan las mismas respuestas inalcanzables que nosotros: Barton Fink quiere que su trabajo dé sentido a su vida; el barbero Ed Crane espera encontrar un propósito; el profesor de física Larry Gopnik trata de ser una buena persona pero no entiende por qué Dios lo ha abandonado, y Llewyn Davis quiere hacer lo único que le apasiona pero se da cuenta de que a nadie más le importa.

Lo que les pasa a ellos le podría pasar a cualquiera en cualquier lugar y cualquier momento, por muchas razones que tengamos para confiar en que esas cosas no nos sucederán a nosotros ni a nuestros seres queridos.